LA ESQUINA DE XIPE
Eduardo Añorve
Astudillo y Tino. ¿Amistad? ¿Política? Fotografía: Internet.
Declaró el gobernador del estado, Héctor Astudillo Flores, que en seis meses ya estará funcionando el mando único policial en Guerrero, y ha de referirse a los demás municipios (tal vez exceptuando a los seis en que Ángel Heladio Aguirre Rivero dio luz verde: Acapulco, Chilpancingo, Iguala, Teloloapan, Tixtla y Zihuatanejo, donde no funcionó ni ha funcionado, por cierto) porque en Cuajinicuilapa desde hace ya casi dos meses hay un mando único en lo que a seguridad pública se refiere: después de la masacre del 8 de noviembre, el mando está a cargo de los militares, con la justificación del operativo conjunto entre ellos y las demás policías civiles. Y para mejor cuadrar el círculo, el secretario municipal de seguridad pública es un militar retirado.
La lectura más inmediata del hecho es que al gobernador le preocupa lo que ocurra en cuestiones de seguridad pública en Cuajinicuilapa, el municipio gobernado por su correligionario Constantino García Cisneros; o tal vez será porque la muerte de 13 personas y de otras no sé cuántas heridas el 8 de noviembre haya constituido un escándalo que manchó su incipiente gestión, sobre todo porque su promesa de campaña fue hacer imperar el orden y la paz e, ¡imagínate!, ya no son sólo Tierra Caliente, Costa Grande, el Centro y Acapulco, ahora también la Costa Chica se anda incendiando!
Lo cierto es que lejos están los tiempos en que Astudillo llamaba su amigo a Constantino y lo abrazaba en público, como ocurrió en la campaña de ambos, en abril y mayo, por ejemplo. cuando aquél vino a abrir y a cerrar su campaña y la de ambos, pues. Y claro, tiempos en que Constantino llamaba su amigo a Astudillo, y subía (él o alguien cercano) a sus muros de Facebook fotos que daban fe de ese cariño y esa amistad. Incluso, en su discurso de toma de posesión, el amigo Tino invocó esa amistad como garante de que vendrían tiempos mejores para Cuajinicuilapa (aunque ellos siempre entienden esto como: vendrán tiempos mejores para nosotros). Pero parece que ese tiempo se acabó, que esa garantía no garantizaba nada.
O al menos eso quedó al descubierto en la última visita pública del gobernador a la Costa Chica, concretamente a Ometepec, donde se reunió con los presidentes municipales de la región y anunció inversiones millonarias para obras (700 millones, en números gruesos). Allí, la estrella que brilló fue la del perredista Omar Estrada Bustos, presidente de Ometepec, y se entiende que así sea pues él fue el presidente anfitrión; allí, el gobernador Astudillo inauguró el libramiento carretero y un sistema de abastecimiento de agua entubada. En ninguna de las fotos publicadas en medios locales e, incluso, en los muros de la gente del Ayuntamiento de Cuajinicuilapa (que incluye al propio García Cisneros y a sus achichincles) aparecen siquiera cercanos éste y el gobernador Astudillo. En los varios actos, pues, en que el gobernador estuvo presente y acompañado por los presidentes municipales, el día 22 de diciembre en Ometepec, se constata la anterior amistad. Algo se rompió allí, parece. El fondo es forma, dicen que dijo un priísta prominente, de apellido Reyes Heroles a secas.
Ya antes, el 9 de noviembre pasado y días subsecuentes, las autoridades estatales y las municipales tuvieron serias diferencias de números, pues éstas siempre contaron dos personas muertas menos que las que contaron aquellas. Cuando menos eso es lo que se notó en los medios de comunicación. Y seguramente fue ese día en que se le impuso a Constantino García Cisneros un mando militar a cargo de la seguridad pública en el municipio que gobierna, mando que aglutina bajo su mandato a policías ministeriales, estatales y municipales o preventivos. O sea: los militares tienen a cargo la seguridad pública en el municipio de Cuajinicuilapa. A ellos, ni modos que se les ponga bravo el presidente, como dicen que sí hace con los policías preventivos municipales.
El caso es que parece que esta ruptura dará al traste con el plan de trabajo del amigo Constantino para estos tres años en Cuajinicuilapa, quien en su toma de posesión pidió al representante de su “amigo” el gobernador “que tome en consideración las propuestas que nosotros le hemos hecho para que varias obras que van a detonar el desarrollo del municipio de Cuajinicuilapa sean contempladas en la próxima propuesta del presupuesto de egresos que habrá a ejercer el próximo gobierno”. Así las cosas, y por el bien de Cuajinicuilapa, tal vez el presidente deba llamar a una jornada de oración colectiva o algo así para que algún poder superior ayude a restaurar esa “amistad” y ver si algo se puede rescatar todavía y conseguir que esa inversión esperada se concrete. Bueno, ojalá y se apure, no sea que si el tiempo pasa la situación empeore y no vaya a ser que hasta a su amigo Astudillo le dé por apoyar la creación del municipio de San Nicolás o alguna cosa así. Digo, ya lo dice el dicho: Trata a tus amigos como si fueran a ser tus enemigos.
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