lunes, 23 de noviembre de 2009

Alegre esa partida, vaqueros... Exposición fotográfica

COLOQUIO PRESENCIAS VODOU: CONSTRUCCIÓN Y REPRESENTACIONES PLURALES DEL OBJETO

CONVOCATORIA AL COLOQUIO PRESENCIAS VODOU: CONSTRUCCIÓN Y REPRESENTACIONES PLURALES DEL OBJETO
a realizarse los días 13-14 de mayo de 2010 Universidad Laval, Quebec, Canadá

Nacido durante la colonización, el vodou haitiano es el resultado del encuentro de cultos y tradiciones de origen africano, europeo, caribeño (antiguo) y americano. A lo que debe agrearse otros cultos afrocaribeños, tales como la santería de Cuba, el shango de Trinidad, y el obeah de Jamaica. Una breve definición del vodou apuntaría hacia un conjunto heterogéneo de prácticas médicas, mágicas y religiosas elaboradas y renovadas al compás de la historia. Este conjunto de prácticas ha sido el objeto de construcciones, discursos y análisis plurales arraigados histórica, cultural y políticamente. Combatido en el siglo XIX y progresivamente revalorizado en el XX, el lugar y el papel del vodou en la historia y la cultura haitiana han evolucionado mucho desde la independencia de 1804. Las prácticas vodou tienen una realidad empírica innegable. Sin embargo, es difícil delimitar esas prácticas en la medida en que sus manifestaciones son plurales y se refieren a la vez a los campos de la religión, de la gestión de la enfermedad y de la desgracia, y de las esferas política y cultural.

Centrado en el vodou haitiano, este coloquio se propone como objetivos:
- Aclarar las modalidades y los desafíos de los conocimientos producidos sobre el vodou haitiano, en particular, en el marco de las ciencias sociales;
- Examinar los vínculos existentes entre vodou, historia y política;
- Describir las diferentes modalidades y espacios de realización del vodou a través de las artes visuales, de la literatura o de otras formas artísticas o de información;
- Discutir los esfuerzos de visibilización y de legitimación del vodou;
- Explorar la diversidad de los lugares, de las prácticas y de las transformaciones del vodou presentes fuera de Haiti;
- Inspirarse de los análisis de distintos cultos afroamericanos para mejorar la comprensión de las figuras que de ellos toma prestadas el vodou.

Se aceptarán las propuestas de ponencia inspiradas o no de material empírico, procedentes tanto de los protagonistas y expertos como de sus representantes, artistas e investigadores interesados en el tema, capaces de revelar cómo el vodou se integra a distintas realidades
sociales, políticas, económicas y culturales.

El envío de las propuestas de ponencia, que deben incluir un título, una corta nota biográfica y un resumen de 300 palabras, debe realizarse antes del 31 de diciembre de 2009 a la dirección siguiente: colloquevodou@gremca.org

viernes, 13 de noviembre de 2009

En la víspera de los Diablos

El lamento del Toro

Alegre esa partida, vaqueros...

Alegre esa partida, vaqueros...

CIMARRÓN MODERNO, PATÓN SE REÚNE CON SUS ANTEPASADOS MUERTOS


Para
Giusseppe Irra

(Despacito pero sí toda, que es otro modo de decir: Tarde, pero seguro)


La esencia, el entramado de la cultura cimarrona de la Costa Chica no reside en la labor y el trabajo de individuos personalizados sino en el de individuos que forman parte de una red, de un grupo, de una comunidad, que por sí mismos no son, no significan, no despliegan su potencialidad creadora, a diferencia de los creadores y artistas burgueses. Estos personajes son héroes de nuestra cultura que pasan a la posteridad de manera anónima, en las letras de chilenas como La sanmarqueña y La yerbabuena, o en corridos como el de El paso de la canoa y Filadelfo Robles, en los bailes del Toro de Petate o de los Diablos, amén de innumerables coplas y versos.

Para mejor precisar lo que enuncio cuando digo cultura cimarrona de la Costa Chica, recupero algo de lo escrito por Richard Price en el libro Sociedades Cimarronas: “Muchas de las técnicas para adaptarse al medio ambiente fueron aprendidas claramente, de manera directa o indirecta, de los indios americanos… Las tecnologías indígenas –desde la elaboración de artesanía y la costura de hamacas hasta la pesca por intoxicación o el procesamiento de mandioca [o camote]– fueron adoptadas y, frecuentemente, desarrolladas más aún por los esclavos, quienes tenían que cubrir la mayoría de sus necesidades cotidianas. La vida cimarrona significó numerosos cambios en su diaria sobrevivencia, pero fue a base del conocimiento técnico desarrollado en la ‘interacción’ entre indígenas y negros en las plantaciones que se forjaron la mayoría de las notables adaptaciones cimarronas”.

Este estudioso pone énfasis en la interacción entre indios y negros; más tarde, matiza estas relaciones, matiz que, a mi juicio, se aplica a la Costa Chica, particularmente en las zonas de palenques como La Sabana, las llanuras y los bajos del oriente del río Quetzala (municipio de Cuajinicuilapa, en Guerrero, y San José Estancia Grande, y pueblos intermedios, en Oaxaca), como en Collantes y el desaparecido Coyula, también en Oaxaca: “En algunos casos, grupos de indígenas y de cimarrones se ‘fusionaron’, tanto cultural como genéticamente, pero sus posiciones relativas en sus contactos sociales fueron diferentes”. Y aunque en la Costa Chica no sólo se “fusionaron” indígenas (mixtecos, amuzgos, nahoas, zapotecas, etc.) y cimarrones, sino también negros esclavos y libertos, la posición de hombres “de confianza” o la cercanía que tuvieron los africanos con los europeos sirve para explicar en gran medida las diferencias entre afrodescendientes e indígenas en los actuales pueblos costeños, y también su unidad.

Los héroes, decía, de la cultura cimarrona permanecen en el anonimato o tienen nombres no propios, es decir, no oficiales, que no pueden figurar en el acta de nacimiento ni en la credencial para votar. Miguelito Matatoro, Culobajito, Juan Tilinque, la Mula Bronca, algunos tan viejos como Pedro de Urdemalas o el Negrito Vasconcelos o el Periquillo Sarniento. Anoto sólo algunos de mi pueblo; seguramente en cada región habrá los propios. Agrego ahora otro nombre: Patón.

Productos del pueblo, se dice. Decantadores de siglos y siglos de conocimiento, de sabiduría, de arte, creadores. Lejanos de la Kultura, ese esperpento, esa entelequia occidental que excluye lo que no le es semejante. No hablo ahora de creadores burgueses. [Permíteme este epíteto, lector ilustrado, para hablar del concepto occidental o eurocentrista del artista: el individuo elegido que es capaz de crear poesía -en forma de pintura, escultura, dibujo, música, literatura, cine, teatro, fotografía, etc.-, solo, como resultado de una actividad intelectual interior movida por una conciencia a menudo desgarrada, al margen o de espaldas a una sociedad que deberá convalidar posteriormente sus hallazgos para que adquieran valor e, inevitablemente, comercializarlos. Es el caso del genial Álvaro Carrillo, quien medió entre estos dos extremos; aunque a lo largo de la humanidad lo popular nutre lo “culto”.]

En sentido contrario, un artista popular, un héroe cultural, como fue Patón se forma en la observación y en la ejecución, en el trabajo de grupos, de comunidades, aprendiendo por sí mismo y por formar parte de ellas: a sus 28 años de edad, era maestro de niños y jóvenes que pretendían ser vaqueros del Toro de Petate, que pretendían bailar como Diablos, grado que adquirió después de años y años de ser alumno de esas escuelas sin aulas ni materias ni títulos vacuos. Tampoco le eran desconocidas las artes del baile de los Diablos, como bailante y en la ejecución de personajes como la Minga o el Tenango, dueños de sus propios bailes y chanzas, o del Terrón-Pancho; ni las técnicas de elaboración de máscaras de Diablos ni las de construcción del Toro de petate le fueron desconocidas, actividades colectivas éstas. Organizador y líder de jóvenes.

Patón acaba de fallecer, en Cuajinicuilapa; se accidentó viajando en motocicleta de Punta Maldonado, o El Faro, hacia Cuaji. Era descendiente de cimarrones. Era uno de los puntales de la profunda cultura cimarrona de Cuaji y, en ese sentido, de la Costa Chica, y como tal era él porque era parte de un grupo, de una comunidad, de los Diablos, de los Vaqueros del Toro de Petate; y sólo en esa medida era él mismo. Más allá, tal vez, del individualismo que educa este sistema de producción, el capitalismo. No necesitó ir a la escuela para que aprendiera a ser solidario con todos, sin distingos de clase social ni posición económica ni color de piel o pendejadas de ese tipo. Solidario, particularmente, con los pobres como él, con sus iguales, con sus pares, con quienes viven al margen del sistema, cuestionándolo inconscientemente tal vez (no forman parte de las buenas conciencias ni las complacen), siguiendo alguna pulsión antigua, de siglos, buscando libertad, armados de rebeldía e insolencia, armados de inteligencia y creatividad, valores estos que se manifiestan en esas formas rituales, que siguen intuitivamente antiguas prácticas paganas olvidadas, el baile y la música, capaces de tensar y romper las reglas sociales cuando es preciso. Cimarrones modernos que regresan al monte para celebrar la cruz el 3 de mayo, por citar un caso.

Fue Vaquero del Toro de petate, más que de San Nicolás Tolentino; Capataz, Caporal, Minga, Terrón-Pancho, Corazón del Toro. Constructor del toro, también, maestro de vaqueros. Fue Diablo, Minga y Diablo mayor o Tenango. Tocaba el tambor, la charrasca y el cuerno. Pero estas palabras no pretenden retratar la inmensidad de un hombre de tantos tamaños, sino recordar algunos hechos suyos y reflexionar sobre su quehacer, y sobre su vida, que la muerte ahora ha definido o delimitado, como hará con nosotros, lector vital y mortal.

Nobleza y tranquilidad, generosidad, no las desconoció, gesto importante en esta época de miserias espirituales públicas. Guerrero, y más hombre de paz que de guerra, pero basado en un código de honor que hacía de sus amigos él mismo, llegando a pelear sus guerras sólo por solidaridad, a riesgo, incluso, de su propia integridad. Ninguna calle llevará su nombre y en ninguna escuela rendirán homenaje a Patón, héroe cultural de Cuajinicuilapa, de la cultura negra o afromexicana o afroindia.

Hombre del solidario alcohol, también, Patón. Alcohol, ese pegamento que une a los hombres antes que desunirlos, porque Patón prefería no pelear aunque terminara haciéndolo, prefería amigos antes que enemigos. Pero mis palabras no dicen lo que mejor expresa Nicanor Parra en estos versos que anoto, pensando en las últimas cervezas que bebí con varios amigos, entre ellos Patón: “…¿Hay algo, pregunto yo/ más noble que una botella/ de vino bien conversado/ entre dos almas gemelas?// El vino tiene un poder/ que admira y que desconcierta/ transmuta la nieve en fuego/ y al fuego lo vuelve piedra.// El vino es todo, es el mar,/ las botas de veinte leguas, /la alfombra mágica, el sol/ el loro de siete lenguas.// Algunos toman por sed,/ otros por olvidar deudas, /y yo por ver lagartijas/ y sapos en las estrellas.// El hombre que no se bebe/ su copa sanguinolenta/ no puede ser, creo yo,/ cristiano de buena cepa.// El vino puede tomarse/ en lata, cristal o greda/ pero es mejor en copihue/ en fucsia o en azucena.// El pobre toma su trago/ para compensar las deudas/ que no se pueden pagar/ con lágrimas ni con huelgas.// Si me dieran a elegir/ entre diamantes y perlas, /yo elegiría un racimo/ de uvas blancas y negras.// El ciego con una copa/ ve chispas y ve centellas,/ y el cojo de nacimiento/ se pone a bailar la cueca.// El vino cuando se bebe/ con inspiración sincera/ sólo puede compararse/ al beso de una doncella.// Por todo lo cual levanto/ mi copa al sol de la noche/ y bebo el vino sagrado/ que hermana los corazones”.

Bebamos, pues, lector dionisíaco [o apolíneo, que los dos son uno, el hombre], el sanguinolento vino del dolor por la pérdida nuestra y por el placer que le debe representar a él reunirse con sus antepasados muertos, esos cimarrones que entintaron y embellecieron y se embellecieron y destiñeron con las antiguas y originarias culturas indígenas de la Costa Chica, que nos legaron lo que guardamos profundamente. Resumo este espíritu con un par de versos nuestros, conocidos, muy conocidos: pa morir nacen los hombres,/ no vivir la esclavitú.

martes, 10 de noviembre de 2009

Fallece Patón, héroe cultural de Cuajinicuilapa

8 de noviembre

Como resultado de un accidente carretero, Patón, héroe cultural de Cuajinicuilapa, falleció la tarde del pasado domingo 8 de noviembre en el kilómetro 31 de la carretera estatal Cuajinicuilapa-Punta Maldonado cuando viajaba al parecer a alta velocidad en una motocicleta y se salió de la cinta de asfalto.

Su nombre oficial fue Cutberto Oliva Bustos, de aproximadamente 28 años, aunque se le conocía como Patón, y se desempeñó como talachero.

En el kilómetro 31 de esa carretera, uno antes de Punta Maldonado, presumiblemente Patón perdió el control de la motocicleta que manejaba y se salió de la carretera, causándose un traumatismo cráneo encefálico que lo llevó a la muerte en pocos minutos.

Al parecer, Cutberto Oliva Bustos viajaba alcoholizado.

Era originario de Cuajinicuilapa.

Desde pequeño fue bailante de los Diablos, Minga y Tenango.

Paralelamente, fue Vaquero, Capataz y Caporal del Toro de petate; también, Minga y Terrón-Pancho.

Fue maestro de vaqueros, constructor del Toro y elaborador de máscaras de Diablos.

A su velorio asistieron los Diablos para cantarle el último Zamora, con lágrimas disimuladas y voces llorosas.

Por su parte, los Vaqueros del Toro de petate se acicalaban para ir a bailar los últimos sones en el patio de su casa; algunos de ellos, preguntaban por el cacho (la voz) para que el Toro fuera a llorarle.

domingo, 8 de noviembre de 2009

Fraude, el concurso ¡Bullanga y pachanga en Cuaji!

Por considerarlo parcial y falto de transparencia, como fraudulento calificaron algunos de los participantes al concurso ¡Bullanga y pachanga en Cuaji!, organizado por el Ayuntamiento local, el Museo de la Negritud (sic), el Museo Nacional de Antropología (MNA) del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta) en Cuajinicuilapa el pasado domingo 18 de octubre pasado.

Aunque desde que se hizo pública la convocatoria para el concurso ¡Bullanga y pachanga en Cuaji! hubo dudas y críticas sobre su autenticidad, sólo el día domingo pasado se concretizaron varios hechos y conductas de los organizadores que permitieron calificarlo de fraudulento sin ambages.

En entrevista con algunos de los participantes y convocados a este concurso (de máscara de diablos y de música que para formarán parte del acervo de una nueva sala en el MNA sobre la cultura “afromestiza”), El Faro pudo constatar el enojo y la molestia que causó.

La primer crítica que se hace a esta convocatoria es su falta de claridad, pues las bases para los concursos no se establecen, particularmente en el de música, provocándose situaciones embarazosas y conflictivas.

“No se sabía qué tipo de música había que tocar, ni lo que se iba a calificar”, comentaría uno de los músicos participantes, “pero, al parecer, se le dio importancia a la chilena y al corrido, y nosotros teníamos preparada una canción romántica”.

Esta falta de previsión provocó que un grupo de músicos del baile de los Diablos de Cuajinicuilapa se negara a participar y se retirara, molestos, porque se pretendía que interpretaran una chilena o un corrido.

En ese mismo sentido, un músico del baile de Diablos de El Quizá comentó: “Yo por eso me fui a mi casa luego, no me quedé; yo pensé que era un concurso de música de diablos, por eso fui, pero no era así, fue un engaño”.

Aparte de la escasa participación de músicos en el concurso, también se hizo notar que el jurado [dos de tres de ellos son empleados del Ayuntamiento] no tenía conocimientos suficientes para calificar las interpretaciones.

“No tengo nada personal con los que calificaron, pero, ¿a poco no había gente que sí supiera de música para calificarnos? No puede ser, fue una tomadura de pelo; pero uno se prestó a ella, pues, y ya ni quejarse”, confiesa un músico inconforme.

Con relación al concurso de máscaras de Diablos, el sentir de muchos bailantes fue que las cantidades ofrecidas no eran suficientes para pagar siquiera el material que se utiliza para confeccionar una máscara.

“Nomás los cachos de venado, cuánto cuestan, unos quinientos pesos o más, y eso si los encuentras, porque ya no es tan fácil encontrarlos; a eso, ponle lo de la clin de caballo, la pintura, el hilo, el resistol y el material con que vas a hacer la máscara; aparte de que te echas unos dos días haciendo la máscara; no sale, pues”, comentó un Diablo.

“En el Cerro [de las Tablas] luego dijimos que uno no iba a andar dando la máscara por mil pesos [el premio mayor] para que se la llevaran; por eso ni siquiera quisieron venir”, asegura un bailante de ese grupo.

Otras críticas más afinadas preguntaban si este es el modo en cómo instituciones como el MNA, como el INAH, como Conaculta, acopian materiales para una sala como la que están construyendo sobre la cultura afromexicana.

“Uno pensaba que hacían investigación, que iban a las comunidades a visitar a los músicos, a los bailantes, que hacían grabaciones de campo, que hacían estudios, porque estamos hablando de un museo nacional; pero no, la quisieron fácil y aquí invitaron a varios músicos para grabarlos y justificarse”, analiza un maestro.

También se señala que “no puede ser posible que el INAH sólo haya convocado a gente de este municipio, siendo que la cultura afromexicana se ubica en casi toda la Costa Chica; ¿y los músicos de Oaxaca, por ejemplo, los de Huehuetán, de Copala y de otros lugares?; ¿y las manifestaciones culturales de otros tantos pueblos?; ¿por qué nomás Cuaji?”, en claro cuestionamiento de este concurso.

Un académico concluye: “Sí, es una farsa, pero también nosotros tenemos la culpa porque nos prestamos a estas cosas, porque tampoco hacemos nada y dejamos que otros vengan a hacerlas por nosotros”.

(El Faro de la Costa Chica)


sábado, 7 de noviembre de 2009

Los Diablos del Cerro del Indio



Después de bailar en el panteón, los Diablos del Cerro del Indio lo hacen por el pueblo, con rumbo a la iglesia, el 31 de octubre. Se acompañan de charrasca y cencerro (que trae colgado de la cola uno de los Diablos); y con los pies, instrumentos, el ritmo.

miércoles, 4 de noviembre de 2009

RESURGE EL “CHECO”

ANTIGUO INSTRUMENTO DE PERCUSION AFROPERUANO

Campaña del Museo Afroperuano-Zaña-Chiclayo


Arturo “Zambo” Cavero y Abelardo Vásquez, tocan checos en el año 1979.
Fotografía de Carlos “Chino” Domínguez (Publicación de foto autorizada por el autor)

El Museo Afroperuano con sede en la ciudad de Zaña –Chiclayo, ha iniciado una campaña nacional de revalorización y difusión del “checo”, instrumento de percusión casi desaparecido creado por los africanos y sus descendientes establecidos en la costa peruana en la época colonial. Por tal razón, ha empezado a distribuir ejemplares del “checo” a destacados percusionistas peruanos y también ha planificado la diseminación de las semillas del calabazo en la costa peruana a fin de lograr una mayor producción del antiguo instrumento musical.

Arturo “Zambo” Cavero y Abelardo Vásquez Díaz, tocaron el “checo” en Lima en el año 1979 para un programa de televisión. La imagen fue captada por el famoso fotógrafo Carlos “Chino” Domínguez. Cabe reconocer que se ha iniciado el resurgimiento del uso del checo y renombrados artistas peruanos empiezan a integrar dicho instrumento a sus conjuntos musicales.

Los directivos del Museo Afroperuano sostienen que “el checo por tratarse de uno de los instrumentos musicales más antiguos de los afroperuanos, debe convertirse en Patrimonio Cultural de la Nación. Por tal motivo, se invoca a las instituciones y artistas interesados en el desarrollo de nuestra cultura a contribuir con esta gran campaña para revalorar el checo”.

Lima, 31 de Octubre 2009.

Consejo Directivo
Museo Afroperuano
(Zaña-Chiclayo)

Nota:
Mayor información sobre el "checo" y el Museo Afroperuano en los siguientes enlaces: