martes, 19 de mayo de 2009

AFROMEXICANOS, EL COLOR INVISIBLE

(2000)

Ya sabéis el modo de ser libres; á vosotros toca señalar el de ser felices. Agustín de Iturbide

Y miramos de costado el mundo y nos preguntamos qué vamos a hacer con todos esos recuerdos ahí delante de nosotros. Langston Hughes

Todos los hombres que viven en nuestro tiempo pertenecen a la misma especie y descienden del mismo tronco. UNESCO, 1967

No existen negros en México. Están negados. No aparecen en el discurso oficial. Los descendientes de africanos, cuyo fenotipo es inconfundible, se concentran en la Costa Chica de Guerrero y Oaxaca[1], aunque no aparecen como tales en los censos, documentos oficiales, libros de enseñanza básica, ni forman parte de la conciencia colectiva. A diferencia de los indígenas (quienes a pesar de la discriminación y el racismo que padecen, existen y son reconocidos como una de las raíces de lo mexicano), los descendientes de africanos que llegaron, nacieron y se mezclaron con europeos y americanos, son invisibles. La excepción ocurre en Oaxaca: su legislación considera a los afrooaxaqueños como una etnia[2].

El esplendor del pasado africano se desconoce, los negros llegados a estas tierras fueron despojados de sus culturas, de sus idiomas, de sus religiones, de sus familias, de sus posesiones; el de las naciones indias está a la vista: ciudades, monumentos, códices, documentos, muestran y demuestran la magnificencia y el refinamiento de sus civilizaciones. Si no fuese porque siempre importaron e importan los indios muertos, la condición actual de las etnias indígenas sería otra; con matices, y por distintas causas, ambos, africanos y americanos, padecieron la segregación, el racismo, la discriminación. Los afrodescendientes se integraron al sistema, asumiendo que su condición era negativa, y se afirmaron siendo mestizos, apropiándose de la figura que los criollos —fabuladores del fantasma nacional— les adjudicaron: mexicanos.

Mas no únicamente en la Costa Chica hubo y hay influencia de los esclavos africanos: una mirada atenta a las historias regionales ha mostrado su presencia en todo el territorio mexicano[3], y las ha teñido con el negro, color de una de nuestras raíces originales, la africana. Para justificar su explotación económica, se estigmatizó a los africanos como infames por su sangre, de modo tal que casi todos los afrodescendientes pretendieron y pretenden blanquearse la piel y la cultura para ser aceptados socialmente, aun en contra de sus identidades individual y colectiva originarias. Desde la Conquista hasta la actualidad, los africanos y sus descendientes se han integrado al ser mexicano, al grado tal que aparecen como mestizos, como ciudadanos y, al menos en apariencia, su color ha desaparecido. Nada más falso: basta con que miremos atentos nuestra historia y cultura y encontraremos huellas de la presencia africana. Reconozcámoslas.


Salvajes, paganos e incivilizados

Una de las más grandes y de las primeras sociedades del planeta con alto grado de cultura y desarrollo tecnológico fue la egipcia: muchos años antes de la era cristiana —algunas investigaciones remontan las fechas hasta tres mil años, otras a siete mil—, los africanos del norte poseían una inteligencia y recursos técnicos que les permitieron construir ciudades y monumentos excelsos, basados en sus conocimientos de matemáticas, ciencias e ingeniería, desarrollados en menos de quinientos años[4]. No les fue ajeno el arte, además. Aunque Jenne floreció desde 250 antes de los años cristianos, fue en 1300 que, junto con Tombuctú, se convirtió en un gran centro cultural, religioso y comercial de África Occidental. En el siglo IV inició una civilización en el sur de África: Zimbabwe[5], cuyo momento de auge duró desde el X hasta el XV, siendo un complejo centro comercial y religioso con más de 2 500 kilómetros cuadrados; comerciaban con China y extraían y trabajaban cobre, bronce y oro. Aunque la historia de Etiopía es tan antigua o más que la egipcia[6], desde el VI la historia religiosa etiope se ha fundido con el cristianismo. El imperio axumita, con capital en Axum, era la potencia más importante que había entre el imperio romano y Persia en esas fechas; bajo el reinado de Ezana conquistó parte de lo que hoy es Sudán y, por el este a través del Mar Rojo, hasta lo que hoy son Arabia Saudita y Yemen. En 582 lo invadieron los persas y, treinta años después, los árabes; sin embargo, a pesar de su decadencia, siguió siendo el enclave cristiano más poderoso del África septentrional. Estos son algunos ejemplos de las diversas civilizaciones africanas que los europeos del siglo XVI agruparon en un concepto: los negros, a quienes les adjudicaron la condición de salvajes, paganos e incivilizados.


Zonas de secuestro

De los esclavos extraídos del África, la mayor parte provenía de la costa occidental, del centro y del sur, desde donde serían conducidos a la Nueva España. Los habitantes del área del Congo eran agricultores, ceramistas, herreros; fabricaban máscaras, usaban el lenguaje del tambor y se tatuaban la piel. Las lenguas que hablan pertenecen a la familia lingüística bantú. En la región de la costa de Guinea se hablan las lenguas del grupo sudanés. En ella se desarrollaron grandes reinos como los Benín, Dahomey, Ashanti y Yoruba. Practicaron las artes mágicas y adivinatorias; tenían una escritura rudimentaria. Los pueblos del área del Sudán occidental eran agricultores y pastores que se organizaron en reinos entre cuyas ruinas se encuentran Zaria, Kano y Tombuctú. Se distinguieron por sus trabajos en hierro, madera y cerámica. Desarrollaron un sincretismo religioso producto de las creencias mahometanas y de las religiones naturales en donde las prácticas mágicas y adivinatorias son muy importantes.

Desde antiguo, en África la esclavitud era una actividad económica a escala muy reducida, no modificaba el equilibrio de las sociedades que la practicaban[7]. Hasta antes del colonialismo europeo, la esclavitud sometía a los hombres a calidad de siervos[8]. El racismo, también, era una conducta que discriminaba a los distintos por el color de la piel: Sesostris III, faraón egipcio, colocó en la segunda catarata del Nilo una estela que prohibía el ingreso de los negros[9]; sin embargo, la irrupción del colonialismo en África magnificó la utilización de la discriminación racial con motivos económicos: se deshumanizó a los individuos de los diversos pueblos y culturas africanos convirtiéndolos en “negros”, primero, para hacer de ellos, luego, mercancías, “piezas de ébano”.


Negros conquistadores

Los primeros africanos llegan a México como siervos[10], acompañantes de los conquistadores españoles, conquistadores ellos mismos; procedían de las Antillas, habían sido cristianizados y, además de su lengua, hablaban castellano; eran negros latinados o ladinos. "Dioses negros", a decir de los azteca[11]. La esclavitud en Europa era una institución añeja[12], y en España se regulaba conforme al derecho romano, que justificaba la esclavitud por derechos de guerra, por auto-venta y por nacimiento. Luego de la conquista, los esclavos siervos obtuvieron su libertad; algunos fueron colonizadores[13].


Mercancía humana: piezas de ébano

El choque cultural, el trabajo forzado y las epidemias disminuyeron la población autóctona americana; ante la necesidad de fuerza de trabajo los españoles recurrieran a los africanos para explotar el suelo y el subsuelo americanos en pos de riqueza, reviviendo un sistema económico olvidado, la esclavitud. La cantidad requerida de esclavos sobrepasaba la capacidad de los portugueses para abastecerla según las medidas regulatorias de la Corona española, a saber: que fuesen catequizados, previa estancia en la Península. Imposibles de cumplir, tales medidas, y la insolencia de los negros ladinos[14], obligaron a enmendarlas para permitir que los esclavos fueran traídos directamente de las costas africanas y sin cristianizar[15]; y se trajeron negros bozalones[16], nombrados piezas de ébano en los documentos de introducción.

Dos argumentos se inventaron para justificar la trata: uno humanista, indigenista (diríamos, en términos modernos), y el otro utilitario. El primero, atribuido a Bartolomé de las Casas (encomendero y poseedor de esclavos en La Española, antes de religioso; curiosamente, enmendaría su posición y se opondría, el primero, a la esclavización de los africanos[17], aunque sus alegatos no serían conocidos sino siglos después), se refería a la condición humana de los indígenas americanos y su propósito aparente era protegerlos de los excesos perpetrados por los encomenderos[18], a veces a través de los capataces africanos; se concluyó que convenía, para satisfacción de la conciencia religiosa y el aumento de los ingresos económicos de la Corona, traer africanos porque ellos ya eran esclavos, quedando los indios libres del trabajo brutal de la encomienda, apartados en sus Repúblicas de Indios. Con el segundo se adujo que un africano trabajaba más que cuatro indios, planteamiento falaz: el africano estuvo sometido a un riguroso proceso de selección: quienes pudieron llegar vivos a América tuvieron que guerrear al ser capturados[19]; soportar la travesía por la selva hasta la costa africana; aguantar la espera, encerrados en los depósitos costeros para completar la carga que se transportaría, a través del Atlántico; y sobrevivir al viaje en las sentinas de los buques negreros por más de dos meses, en condiciones de insalubridad y hacinamiento[20]; además, se capturaban individuos jóvenes, sanos y fuertes, cuyos grupos raciales se encontraban en plena juventud[21].


El negro es lo negativo

España, Portugal, Francia, Gran Bretaña y los Países Bajos, durante más de tres siglos saquearon África para abastecer abundante mano de obra a las colonias americanas[22]. El fundamento ideológico que construyeron para denigrar a los africanos fue deshumanizarlos: la variedad de culturas y civilizaciones africanas se concibieron como un ser colectivo, una naturaleza diferente: los negros[23]; considerados contradicciones humanas, el color de su piel era raro e imperfecto[24]; salvajes por vivir en la selva y, en consecuencia, incivilizados por tener civilizaciones distintas a las europeas; eran paganos por politeístas, por lo tanto, infieles desconocedores del Dios verdadero, sus creencias eran asunto del diablo, merecedores de ser adoctrinados y redimidos; eran monstruosos por distinguirse del tipo caucásico al tener pelo rizado, labios gruesos, nariz ancha y piel negra, en correspondencia con la exhuberancia y maravillosidad de la fauna y floras africanas. En suma, África era un almacén natural de esclavos, y la esclavitud iba a sacarlos de su miseria espiritual e incivilización[25]; esto último también se adujo para con los indígenas, y se les evangelizó[26]. Esta construcción ideológica logró integrar a los negros africanos con la esclavitud: ser africano era ser negro y ser negro era ser esclavo[27]; por tanto, ser esclavo era ser negro.


El sistema de castas

Los africanos dieron prosperidad al sistema económico de la Nueva España[28]: minería, agricultura, ganadería, obrajes y trapiches, los servicios administrativos de las autoridades coloniales y el doméstico, y la vida sexual pública se beneficiaron grandemente con su trabajo. Su estancia y residencia no se limitó, como frecuentemente se supone, a las zonas costeras de Veracruz, Guerrero y Oaxaca sino, a decir de Aguirre Beltrán “el negro esclavo, durante la Colonia, a más de ser destinado al trabajo en los trapiches, las haciendas de tierra caliente, también fue requerido, en números de importancia, por todos aquellos lugares de tierra adentro, el altiplano y las altas sierras, donde había explotaciones mineras, así como en los obrajes de las grandes ciudades. La influencia del negro, tanto en lo biológico como en lo cultural, no quedó limitada a las estrechas fajas costaneras: se ejercitó sobre los centros vitales de un amplio territorio”. En los inicios de la Colonia, los españoles peninsulares radicados en el Nuevo Mundo eran los únicos sujetos de confianza para la Corona española; los americanos, denominados indios[29], primero esclavos de los encomenderos, fueron confinados a la servidumbre y su status jurídico se reglamentó en las Leyes de Indias[30]. Los africanos fueron vistos como infames por naturaleza, y sus personas, sus voluntades y su trabajo (obtenidos por coerción) eran propiedad de otros individuos. Los productos de mezcla también eran vistos con recelo. En estas circunstancias, un sistema de castas fue la opción de los españoles para mantener la separación racial[31]. Por su posición dentro del aparato productivo, la administración colonial y la servidumbre[32], y contra la discriminación sufrida al ser enclaustrados mediante el sistema de castas, los afromexicanos se integraron a la sociedad novohispana y consiguieron movilidad social.


Rebelión, huida y cimarronaje

Los africanos no aceptaron la esclavitud de buena gana; siempre que pudieron se rebelaron, siguiendo una tradición iniciada en África[33]. En 1537 el virrey Antonio de Mendoza ordena la primera matanza de esclavos que, aparentemente, pretendían sublevarse; habrían otras. La sublevación, la huída y el cimarronaje[34] fueron vías que los africanos utilizaron para no ser esclavizados. Antes de 1570, en Pachuca, Guanajuato, Huaspaltepec, Alvarado, Coatzacoalcos, Misantla, Jalapa, Huatulco, Tlalixcoyan, Tlacotalpan, Zongolica, Rinconada, Huatusco, Orizaba, Río Blanco, Antón Lizardo, Medellín y Cuernavaca[35], las autoridades virreinales lucharon contra africanos que rehusaban la esclavitud. Se tienen noticias, además, de grupos de negros cimarrones: en 1560 el virrey Luis de Velasco ordena perseguir y castigar a fugitivos en Guanajuato, Pénjamo y San Miguel; en 1576, un grupo se refugió en la Cañada de los negros, cerca de la ciudad de León; a principios del XVII se mencionan cimarrones en Acapulco. En 1609, cimarrones bajo el mando de Nyanga, luego de cruentas luchas, pactaron con las autoridades y logran establecer una república autónoma y consiguen ser poseedores y dueños de tierras; aunque al margen, se integran al sistema colonial[36].


Sumisión y manumisión

Otro modo de integrarse fue la sumisión[37]: los esclavos sujetos a los servicios domésticos y urbanos, utilizaron su condición de esclavonía, para obtener su libertad y movilidad social[38], a pesar de las expresas prohibiciones formales. El logro de la libertad, por el medio que fuere, nunca otorga la calidad de hombre ni le permite gozar de sus derechos, aunque sí soporta las obligaciones[39] que el aparente status conlleva; el liberto queda entre el esclavo y el vasallo. Se compra la libertad, en ocasiones a plazos, o a bajo precio cuando la edad es avanzada y el costo disminuye. A veces, el fallecimiento del amo, cuya voluntad se establece en el testamento, trae consigo la libertad de los domésticos, generalmente mujeres. Ser paridoras de hijos, que permanecían esclavos, podía permitir la libertad de las esclavas. A través del ayuntamiento con españoles, algunas mujeres obtenían la libertad y, en consecuencia, la de los hijos por venir; aunque ésta no fue una práctica generalizada: en otros casos, los españoles buscaban preñar y hacer parir a las mujeres negras para allegarse de esclavos, aun siendo sus hijos. Los varones se amancebaban con las indígenas para conseguir la libertad.

En muchos de los casos de sumisión, algunas formas de resistencia fueron la lentitud en el trabajo, la torpeza en el manejo de herramientas y el daño intencional de éstas, el fingimiento de ignorancia para no acatar con celeridad ni eficacia las órdenes y la vagancia. Hay casos de integración y de ascenso social, como el del mulato y maestro de pintor Juan Correa[40], que prueban la inteligencia y el talento de los afrodescendientes negadas por la ideología colonial y puestos de manifiesto en la vida cotidiana. Como curanderos y hechiceros y amantes, los negrodescendientes, transgresores del orden colonial, penetran en sectores sociales y económicos superiores que los niegan, logrando acomodarse en mejor posición que la otorgada por el color de la piel. En los trapiches, por ejemplo, su habilidad los convierte en maestros de azúcar, lo que les confiere beneficios y prestigio.


Pase de casta, abolición del sistema

Sin embargo, sobre las castas, más sobre los afrodescendientes, pesaba el estigma del color de la piel, y era frecuente que buscasen cómo pasar de una casta a otra. Los miembros de las castas tenían impedido ocupar oficios y puestos administrativos reservados para los españoles peninsulares y criollos; en el ejército no podían formar parte de la alta oficialidad (a los africanos y los indígenas se les prohibía el ingreso); estaban excluidos del sacerdocio; y el uso de joyas, alhajas y vestidos suntuosos les estaban vedados. Viles, traidores, ociosos, borrachos, rastreros, pérfidos, inmorales, ladrones… negros, zambos, mulatos, prietos, morenos, los africanos y sus descendientes comenzaron a integrarse a la sociedad desde su llegada hasta la culminación del proceso de Independencia, momento en el que obtienen, cuando menos en la Ley, sus derechos civiles como ciudadanos, mexicanos, pero invisibles, en el estatus de mestizo, quien existe porque renuncia a su pasado, a sus valores, viviendo "con el anhelante sentimiento de aspiración a un mundo que, a pesar de sus desvelos, no dejará de despreciarlo. El mestizo no llegará nunca a estar integrado del todo a la sociedad política reservada exclusivamente para los blancos"[41].

La presencia y el empuje de los afrodescendientes es tal que obliga a la desaparición del obsoleto[42] sistema de castas[43]. Hay un hecho reiterado que arroja luz sobre el asunto, la abolición de la esclavitud[44]: En 1793, en Michoacán, el obispo Abad y Queipo propone una "ley que iguale las castas descendientes de negros, mulatos, indios y españoles, que padecen nota de infamia, con la condición del estado llano y general de los demás habitantes del reino”[45]; el 19 de octubre de 1810, José María de Ansorena Caballero, alcalde de Valladolid, emite un decreto que abole la esclavitud[46]; José María Morelos y Pavón, en El Aguatillo, emite un bando el 17 de noviembre de 1810, para abolir la esclavitud[47]; en Guadalajara, Miguel Hidalgo y Costilla decreta abolida la esclavitud, el 29 de noviembre de 1810[48]; el 16 de diciembre del mismo año, los diputados americanos presentaron, entre otras, una proposición a las Cortes españolas, la octava, donde hacían caso omiso de la situación de las castas[49]: "Los americanos, así españoles como indios, y los hijos de ambas clases, tienen igual opción que los españoles europeos para toda clase de empleos y destinos, así en la corte como en cualquiera lugar de la monarquía, sean de la carrera política, eclesiástica o militar"; Ignacio López Rayón, en 1812, hizo circular Los Elementos Constitucionales, cuyo 24º dice: "Queda enteramente prohibida la esclavitud"; en Chilpancingo, José María Morelos y Pavón, emite un bando para prohibir la esclavitud, el 5 de abril de 1813[50]; el 23 de octubre de 1814, el Congreso Constituyente emite el Decreto Constitucional para la Libertad de la América Mexicana, cuyo Artículo 24 establece que “La felicidad del pueblo y de cada uno de los ciudadanos consiste en el goce de la igualdad, seguridad, propiedad y libertad”; el 17 de marzo de 1821, en el Plan de Iguala Iturbide establece que: "Todos los habitantes de la Nueva España, sin distinción alguna de europeos, africanos ni indios, son ciudadanos de esta monarquía con opción á todo empleo, según su mérito y virtudes"; a Vicente Guerrero le toca, siendo presidente de la República, decretar finalmente la abolición de la esclavitud, el 15 de septiembre de 1829[51]. Por otras razones, el 19 de diciembre de 1817, la gracia del rey de España se manifestó al prohibir a todos sus súbditos la compra de negros africanos[52].


Los mestizos mexicanos

Así, los afrodescendientes, luego de participar activamente en la revolución popular de Independencia, pasan a ser ciudadanos, son mexicanos, se asumen como mestizos. Hoy, cuando la historia nacional habla del pasado menciona como fundadores de la patria a "indios" y "españoles", y a sus hijos los mestizos como la nueva raza, la raza de bronce[53]; omite deliberadamente a los africanos. El proceso de blanqueamiento de la piel y de la cultura continúa y esconde una historia de discriminación por racismo: el color de la piel sigue siendo estigma negativo. Los nombres de Yanga, Juan Correa, José Vasconcelos "El negrito poeta", Morelos, Guerrero, Juan Álvarez, Lázaro Cárdenas y Zapata[54], por ejemplo, no aparecen ligados a la tercera raíz, la africana, de la que también descienden. En contrapartida, el imaginario colectivo registra y mantiene hábitos culturales ligados a lo afromexicano: "negritas", "prietitas", "morenitas", "chinitas" y "chatitas" en la copla y la canción populares; el Son de la negra, La llorona, La sandunga, El sinaloense; la China Poblana y el charro del Bajío en el cine —mulata aquella; la charrería, el deporte nacional—; el son mexicano —de mariachi, de tarima, de artesa, calentano, jarocho e istmeño, la chilena, el huapango, el jarabe, la jarana y el zapateado—, el mariachi y la marimba, son muestra del proceso de síntesis cultural del mestizaje donde la presencia africana es innegable y lo enriquece. El verbo “chingar” y el sustantivo “chingada”, tan caros a los mexicanos, son de origen bantú[55]. Aparte de vocablos como tanga, congal, bamba, tango…


Entre el afromestizaje y el negrismo

El tema de la afromexicanidad toma importancia con las investigaciones de Aguirre Beltrán, cuyo propósito manifiesto de "destruir este mito (…) es la tarea que me toca emprender, esto es, demostrar la importancia que tiene el negro en la constitución de la sociedad mexicana en un momento clave de su historia; aquél en que toma forma la nacionalidad actual"[56]; y en las propuestas de Martínez Montiel[57] y de Enrique Florescano[58] para escribir una historia patria que incluya a las naciones indígenas y a los esclavos africanos. Sin embargo, los organismos y programas oficiales (Secretaría de Educación Pública, Dirección Nacional de Culturas Populares, Programa Nuestra Tercera Raíz, etc.) y la mayoría de los estudiosos no trascienden la visión del racismo: generalmente se habla de México como un país de mestizos; cuando se estudian, los afrodescendientes aparecen como afromestizos, concepto aplicable a cualquier afrodescendiente de cualquier lugar del mundo, por lo que en nuestra realidad nacional tiene escaso significado[59]. Si bien es cierto que uno de los propósitos, y logros, que los afrodescendientes y los individuos de las castas tuvieron al participar en la guerra de Independencia fue la eliminación del sistema de castas, la desaparición de las distinciones que impedían su movilidad, no es menos cierto que con el concepto del mestizaje se encubren las desigualdades sociales y económicas que permanecen[60], luego de obtenido el estatus de mexicano y, por ende, de mestizo. Por ello, es racista esta visión, pues la igualdad jurídica no se traduce en igualdad de oportunidades; y en el caso de los afromexicanos, ni siquiera se reconoce su participación en la construcción del país, de la nacionalidad[61]. Tendría que aceptarse, como lo hacía Emiliano Zapata, que el mestizo mexicano es producto de negros, indios y españoles, asunto improbable.

En la antípoda de esta visión se ubica el negrismo: organizaciones como México Negro se plantean la reivindicación de los afromexicanos teniendo como base el color de la piel; sólo los negros tienen el derecho de participar. Han organizado "encuentros de pueblos negros" en la Costa Chica buscando la organización de los afromexicanos para salir de las condiciones de marginación social, económica y política a través de proyectos productivos, del "rescate" de la cultura local, etc. Algunas organizaciones internacionales, como Afroamérica XXI, y algunos estudiosos estadunidenses han colaborado en difundir esta visión que enfatiza el color de la piel. Igual que la mestiza, la visión negrista esconde, y muestra, un racismo, aunque ahora correspondería a afromexicanos ejecutar la discriminación y la intolerancia en sentido contrario: contra los distintos.

Los afromexicanos existimos, a pesar de tanto, e independientemente del concepto que mejor nos denomine. Una forma de hablar; costumbres funerarias, de matrimonio y agrícolas; supersticiones y creencias; medicina tradicional; forma de ser; organización para el trabajo; fiestas y ceremonias sociales y religiosas; danzas y música; y una cultura oral, que nos singularizan e identifican y son producto de todo el proceso de mestizaje entre los americanos, españoles y africanos originales.


Visiones

Para los españoles conquistadores, los esclavos africanos eran sus acompañantes, sus hombres de confianza, sus escoltas; era una relación de subordinación, en beneficio de los primeros. Los africanos sacaron ventaja de su situación: a ellos les estaba permitido el uso de las armas, por lo mismo, se les liga frecuente a un ethos violento; se pierde de vista que tal conducta es una reacción. Dejando de lado a los olmeca[62], los azteca vieron en los negros conquistadores a parientes de Tezcatlipoca —en su ser Espejo de Obsidiana—, y los apostrofaron "divinos sucios". Esta imagen duró poco: el tiempo que duró la paciencia de los españoles para obtener oro y riquezas, a sangre y fuego. Los negros fueron asimilados a la imagen de violencia que enseñaron los españoles. Siendo conquistadores o capataces de indios, los africanos ejercieron sus funciones con látigo en mano, al grado tal que se multiplicaron las denuncias de los religiosos por los maltratos; aunado a otras causas, el sobretrabajo y el maltrato propiciaron grande mortandad de indígenas. El estigma de violentos se afirmó.

Aunque los esclavos bozalones fueron vistos como infames por su sangre, se mezclaron con mujeres indias —las más abundantes— y dieron origen a los zambaigos, una de las mezclas más numerosas[63]; las negras y los españoles produjeron a los mulatos. Ambos fueron vistos y tratados como infames por tener sangre de negros; ambos contribuyeron a diversificar hasta la confusión la mezcla racial y las clasificaciones que se intentaron para mantenerlos apartados en las nominaciones que enunciaban las castas[64]. Las habilidades natas y adquiridas para el trabajo, la capacidad de asimilarse a las condiciones sociales, permitieron a los afrodescendientes integrarse y moverse en la jerarquía social; en este proceso, la corrupción de las autoridades virreinales condescendió el pase formal de una casta a otra[65], mediante dinero, favores o algún pago en especie. Los esclavos africanos también fueron vistos y tratados como mercancía; su valor radicaba en su uso: algunos varones fueron utilizados como sementales y algunas hembras como paridoras —vientres—, con el objeto de obtener más esclavos, puesto que los hijos de esclavos no podían eludir tal condición. En otros casos, las hembras eran sometidas a la prostitución[66]; sus ingresos servían para mantener a familias decentes. En la Colonia, la visión sobre los negros fue dual: podían ser ociosos, salvajes, ignorantes, levantiscos, insolentes… o fuertes, industriosos, productivos, valientes…

Luego de la Independencia los negrodescendientes desaparecieron para convertirse en mestizos, de color moreno, morenitos, mexicanos; y así se asumieron; y así se asumen[67]. Consecuencia de la revolución de 1910, el indigenismo de puso de moda: aun Zapata y sus “indios”[68] fueron y son vistos sin mácula de sangre negra. Y tiene sentido esta visión si se considera la abrumadora existencia de monumentos arqueológicos y documentos originales e información sobre las culturas indígenas; en contrapartida, las manifestaciones de lo africano se han diluido, son apenas huellas. Por ello, los estudios afromexicanos han tenido pobre recibimiento, y se sigue negando la presencia africana en la cultura nuestra; además, el actual tema de discusión nacional, la multiculturalidad, enfoca a los pueblos indígenas y excluye a los afromexicanos.


Conclusión

Los afromexicanos tenemos conciencia de nuestro ser como un ser particular, distinto al de otros mexicanos[69], sin que por ello nuestra visión sea excluyente: a fin de cuentas somos mexicanos, participamos del sentimiento nacional. El conflicto reside en que las condiciones de marginación social, económica y cultural persisten; no sólo a lo largo de la historia se ha pretendido borrar la presencia y el color africanos sino que en los hechos cotidianos padecemos la discriminación por racismo, como individuos[70] y como grupo[71], en todos los ámbitos de la vida social; la inercia de este proceso ha hecho que, incluso, entre nosotros mismos discriminamos por el color de la piel a nuestros prójimos, y en el otro extremo, pretendemos el blanqueamiento para no sentirnos inferiores[72]. En ese sentido, debemos comenzar a discutir en público la presencia y aportación de la cultura africana y la situación actual de los pueblos afromexicanos, para que la sociedad las valore en su sentido justo, que es un modo de restituirnos a todos los mexicanos parte de nuestro ser, y las barreras que permiten la marginación sean derribadas. Está pendiente la construcción de una nación que reconozca e incluya a los distintos, donde existan oportunidades para acceder a una vida con calidad; en ello, lo afromexicanos queremos aportar nuestras opiniones y esfuerzos, como ciudadanos de este país, asumiendo nuestras responsabilidades y ejerciendo nuestros derechos. A fin de cuentas, reconocer lo que hemos sido enriquecerá lo que somos, y ello a nadie perjudica.



[1] Sin que sean únicos; en otros estados de la República también existen grupos de afromexicanos: Durango, Tamaulipas, Veracruz, etc.

[2] Artículo 16 de la Constitución Política del Estado de Oaxaca.

[3] Véanse, por ejemplo: AGUIRRE BELTRÁN. Cuijla. Esbozo etnográfico de un pueblo negro; ANDRADE TORRES. El comercio de esclavos en la Provincia de Tabasco (siglos XVI-XIX); CÁRDENAS, ALEJANDRA. Hechicería, saber y transgresión. Afromestizas en Acapulco: 1621; CHÁVEZ CARVAJAL. Propietarios y esclavos negros en Valladolid de Michoacán; CHÁVEZ CARVAJAL (coord.). El rostro colectivo de la nación mexicana; CHAMORRO, ARTURO. “La herencia africana en la música tradicional de las costas y las tierras calientes””Zapateado y arpa tamboreada, elementos de corporalidad afromestiza”y “El fenómeno de la rítmica combinada en grupos de tambores y ensambles de cuerdas rasgueadas en la tradición del son mexicano”; FERNÁNDEZ, RODOLFO. “Esclavos de ascendencia negra en Guadalajara en los siglos XVII y XVIII”; FLANET, VÉRONIQUE. Viviré si Dios quiere. Un estudio de la violencia en la mixteca de la costa; GÁLVEZ JIMÉNEZ. Celaya: sus raíces africanas; GARGALLO GARCÍA. La Comisaría inquisitorial de Valladolid de Michoacán; GUTIÉRREZ ÁVILA. Corrido y violencia entre los afromestizos de la Costa Chica de Guerrero y Oaxaca; MANZANO AÑORVE. Cuajinicuilapa, Guerrero: historia oral (1900-1940); MARTÍNEZ, JORGE. “Gardel debió nacer en Morelia. El tango moreliano”; MARTÍNEZ MONTIEL (coord.). Presencia africana en México; MARTÍNEZ MONTIEL y REYES GARZA (editores). III encuentro nacional de afromexicanistas; MOEDANO NAVARRO. “La población afromestiza de la Costa Chica de Guerrero y Oaxaca”; OCHOA SERRANO. Afrodescendientes: sobre piel canela; ORTELLI, SARA. “Relaciones interétnicas y robo de ganado en Nueva Vizcaya durante la segunda mitad del siglo XVII”; PAVÍA GUZMÁN. Población negra en Guerrero; QUIROZ MALCA. Las mujeres y los hombres de la sal; SUÉREZ BLANCH. “La reconstrucción de la identidad de los grupos negros de México: un recorrido histórico”; TIBÓN, GUTIERRE. Pinotepa Nacional. Mixtecos, negros y triques; VARIOS. Jornadas de homenaje a Gonzalo Aguirre Beltrán. WIDMER, ROLF. Conquista y despertar de la Mar del Sur (1521-1684).

[4] En tanto que los europeos necesitarían el triple de tiempo para aprender a edificar catedrales.

[5] Al “descubrirla”, los europeos, en el XIX, supusieron que la ciudad capital había sido construida por griegos o fenicios, negando que los africanos pudiesen haberlo hecho.

[6] Los egipcios faraónicos creían que algunos de sus dioses habían llegado de Etiopía, “la tierra de Punt”.

[7] “...aunque era una forma de explotación humana, distaba mucho de la esclavitud que el europeo introdujo en el siglo XVI, en el que los seres humanos se convirtieron en mercancía”.

“En tiempos precoloniales, los vencidos de guerra no eran maltratados ni vendidos, a menos que fuera absolutamente necesario. Se les destinaba a diversas tareas: al trabajo en los campos para producir alimentos, a la forja de armas para combatir a los enemigos de sus amos y algunas veces se les concentraba en aldeas. Estaban obligados a combatir por sus dueños”. Martínez Montiel. “La cultura africana: tercera raíz”.

[8] "La principal división del derecho de las personas es que los hombres, unos son libres y otros siervos.

"La libertad (de la cual viene la palabra libres) es la facultad de hacer lo que cada uno quiere, a no ser que se lo impida la fuerza o el derecho.

"La servidumbre es una Constitución del Derecho de gentes, en virtud de la cual alguno se sujeta a dominio ajeno contra la naturaleza. Los siervos se han llamado así porque los generales en jefe de los ejércitos no acostumbraban matar los cautivos sino venderlos y, por esta causa, conservarlos; y se han llamado mancipios porque manu capiuntur, esto es, se cogen de la mano por los enemigos.

"Los siervos o nacen o se hacen: nacen de nuestras esclavas; se hacen por derecho de conquista, eso es por el cautiverio; o por el derecho civil cuando un hombre libre mayor de veinte años permite venderse con el objeto de lucrar el precio. En la condición de siervos no hay diferencia ninguna; entre los libres, empero, hay mucha, pues son ingenuos o libertinos."

Título III “Del derecho de las personas”, Libro Primero de Las Instituciones, del Derecho Romano, compilado por el Emperador Justino.

[9] “Frontera Sur. Monumento monolítico erigido en el año VIII bajo el reinado de Sesostris III, rey del Alto y Bajo Egipto, quien vive desde siempre y para toda la eternidad. Está prohibido cruzar esta frontera por tierra y por agua, en barco o con rebaños, a todos los negros, con la única excepción de aquellos que deseen franquearla para vender o comprar en algún establecimiento comercial. Estos últimos serán tratados de manera hospitalaria, pero en todo caso, está prohibido para siempre a todo negro navegar por el río más allá de Heh”. Comas, Juan. Manual de antropología física.

[10] "¿Cómo entraron a México estos negros? Los primeros entraron con Cortés en la enorme labor de la Conquista. Se sabe que don Hernando cuando menos traía uno a su servicio —llamado Juan Cortés—; algunos de sus acompañantes, entre ellos Juan Núñez Sedeño, cargaban otros. De estos negros, uno llamado Juan Garrido, fue según propia declaración el primero que sembró trigo en México. Pánfilo de Narváez también traía negros; dos de ellos son conocidos: uno era bufón, el otro desembarcó con viruelas y las introdujo al país. Francisco de Montejo también se hizo acompañar por negros en su conquista de Yucatán. Igual cosa hizo Pedro de Alvarado cuando pacificó Guatemala y más tarde, al intentar su apasionante aventura en el Perú, armó una expedición que, a más de españoles e indígenas, se componía de 200 negros. En la Armada que aprestó Cortés para la conquista de las Molucas alistaron negros esclavos. Esta costumbre de conquistadores y descubridores de llevar negros a sus empresas guerreras, fue seguida por los pobladores en sus entradas en tierras de indios: cuando Francisco de Ibarra fue enviado al norte de la Colonia a descubrir minas, llevó consigo negros." Aguirre Beltrán. La población negra de México.

[11] A decir de Bernardino de Sahagún. Portilla, León. La visión de los vencidos. “Divinos sucios”, traducirá éste.

[12] “Esclavo” viene de “eslavo”, por ser los siervos cautivos procedentes de estos pueblos. En los tiempos de Alfonso X se utilizaban las palabras mancipia, servi, ancillae para designarlos, y se traducían como siervo. Tener esclavos negros era señal de distinción social y económica. Muchos de ellos tendrían derecho de portación de armas en la Nueva España.

[13] El primer negro que llegó al actual estado de Guerrero fue un hombre libre, compraba esclavos y era sujeto de crédito y buscaba oro; su nombre: Juan Garrido.

[14] “Al convivir y conocer la lengua y la religión de sus amos, habían cobrado conciencia de sus derechos como humanos y se resistían a ser meras bestias de trabajo, según intención de aquellos, lo que los hacía difíciles de manejar. Los moriscos, por ejemplo, eran considerados peligrosos por divulgar la leyes del Profeta”. Aguirre Beltrán. La población negra de México.

[15] "Al país llegan africanos del área cultural sudanesa en los años del siglo XVI; del área cultural bantú, Congo y Angola, durante el siglo XVII; del este africano y de las factorías europeas del Golfo de Guinea a principios del XVIII". Aguirre Beltrán. El negro esclavo en la Nueva España.

[16] Tenidos por los españoles como brutos, torpes, zafios, cafres, cerriles; animales.

[17] Historia de las Indias, III, cap. 102

[18] En el fondo de los alegatos se encontraban los intereses de tres grupos por dominar y enriquecerse con el trabajo de los indios: La Corona, la Iglesia y los encomenderos. A los primeros convenía dar el status de gentes a los indios porque, al ser súbditos directos de la Corona y feligreses de la Iglesia, podían obtenerse los impuestos y el diezmo sin la intervención de los encomenderos, quienes los preferían como bestias, incapaces de razón e inteligencia, para someterlos al trabajo en su beneficio, al modo de señores feudales.

La disputa se resolvería a favor de los primeros, quedando los indios como “rústicos, menores y miserables”; sin embargo, este conflicto estaría latente a lo largo de la Colonia, dando beneficios a unos y a otros, y se resolvería en definitiva, mediante la revolución de Independencia, a favor de los criollos, herederos de los conquistadores, primero, y de los colonizadores después.

[19] “Las guerras intertribales se intensificaron y multiplicaron por ser uno de los medios más inmediatos de procurarse cautivos, y los soberanos de los reinos costeros de Ashanti y Dahomey se convirtieron en verdaderos empresarios; para sostener el comercio con los europeos tenían sus sistemas de acarreo masivo que, a manera de monopolio, sólo ellos realizaban. Tenían que incursionar en el interior para someter a los vencidos, y las armas de sus ejércitos eran las que los europeos cambiaban por esclavos.” Martínez Montiel. “La cultura africana: tercera raíz”.

[20] Se calcula que 30% de los esclavos morían en la travesía marítima, por lo que los negreros sumaban esa proporción al cargamento humano para compensar pérdidas.

[21] "Los negros introducidos al país procedían principalmente de dos grandes grupos raciales, sudaneses y bantús, que según la fraseología de Gini se encontraban en su plena juventud." Aguirre Beltrán. La población negra de México.

[22] "Naciones enteras desaparecen en las sentinas de las naos negreras; pueblos florecientes quedan desolados, y las culturas aborígenes sepultadas en los caminos sembrados de cadáveres, de las caravanas de esclavos. La guerra en busca del botín humano se hace crónica y cuando su ritmo amengua por el cansancio y el hastío de los combatientes, los mercaderes europeos se encargan de despertar rivalidades que avivan el fuego bélico y exacerban los odios y rapiñas. A esto, en términos de derecho se le llama la guerra justa.

"La introducción masiva de esclavos en tierras de América guarda relación con el sucesivo derrumbamiento de reinos (jeferías) africanos. Sucumben los bereberes en lucha con los mandingas; caen los mandingas en guerra con los sangoi; desaparecen éstos vencidos por los bámbara; tócales su turno a los últimos al quedar en poder de los felah y, así, en cadena interminable, congos, angolas, matambas, macuás y amazulús enseñorean y se hunden. La historia de las guerras africanas pueden seguirse paso a paso, descubriendo la tribu perdedora en los nombres de la casta, tierra o nación de los negros conducidos en las cargazones de esclavos". Aguirre Beltrán. El negro esclavo en la Nueva España.

[23] "Niger" usaron los romanos para diversos pueblos del norte de África, de donde deriva el español "negro".

[24] Aún hoy se intenta el baño que desde antiguo se ha querido dar a los negros para deshacer el entuerto de su negativo color; dice una copla que se usa para anunciar la figura de "El negrito" en el juego de las cartas: Me puse a bañar un negro / pa' ver qué color tenía: / entre más lo refregaba, / más negro se me ponía.

En 1797, Benjamin Rush, considerado el padre de la psiquiatría americana, declaró que el color de los negros lo causaba una enfermedad que bautizó como "negritud", derivada de la lepra; la cura, según el docto doctor, ocurría cuando la piel se tornara blanca.

[25] Todavía en la exposición de motivos de la Cédula Real, fechada en 30 de mayo de 1820, que prohibía la esclavitud, la Corona dijo: "El rompimiento y cultivo de las tierras y el beneficio de las mismas exigió el empleo de brazos robustos y activos. Esta providencia, que no creaba la esclavitud, sino que aprovechaba la que ya existía por la barbarie de los africanos para salvar de la muerte a sus prisioneros, y aliviar su triste condición, lejos de ser perjudicial para los de África, transportados a América, les proporcionaba no sólo el incomparable beneficio de ser instruidos en el conocimiento del Dios verdadero, y de la Única religión con que este supremo Ser quiere ser adorado de sus criaturas, sino también todas las ventajas que trae consigo la civilización". Y remata: "El bien que resultaba a los habitantes de África de ser transportados a países cultos no es ya tan urgente y exclusivo, desde que una nación ilustrada —Inglaterra— ha tomado sobre sí la gloriosa empresa de civilizarlos en su propio suelo". Citado por Aguirre Beltrán. La población negra de México.

[26] En apenas 1925, el filósofo educador mexicano José Vasconcelos escribía: “Una religión como la cristiana hizo avanzar a los indios americanos, en pocas centurias, desde el canibalismo hasta la relativa civilización”, para premonicionar el advenimiento de la raza cósmica.

[27] Actualmente se sigue diciendo: "trabajar como negro", huella de la condición primera de los africanos esclavos.

[28] "La fuerza de trabajo del africano fue considerada óptima por los españoles, desde años antes de sus conquistas en América. El rendimiento y la seguridad de mano de obra de los esclavos fueron condiciones sobre las que se inició la expansión europea en las nuevas tierras, teniendo como interés principal la capitalización basada en la obtención de metales preciosos; la explotación del oro y la plata fue factor decisivo en la utilización de mano de obra esclava. La minería estimuló el surgimiento de actividades productivas que se desarrollaron alrededor de los centros mineros en los que trabajaron negros, indios y, después, mulatos y pardos." Martínez Montiel. "La cultura africana: tercera raíz".

[29] "De entrada, la categoría ‘indio’ constituye una construcción intelectual europea. Las múltiples culturas que representaban los distintos pueblos originarios del área mesoamericana quedaban comprendidas en un único y reduccionista término: indio. Sin embargo, la población indígena era un auténtico mosaico étnico. A la llegada de Cortés, en el espacio de México habitaban alrededor de 600 grupos indígenas que hablaban en torno a 80 lenguas, pertenecientes a 15 familias diferentes." Pérez Collado. Los discursos políticos del México originario.

[30] "…el respeto hacia lo indígena no escondía otra cosa que una profunda forma de marginación, que una manera de mantener aparte al ‘otro’, siempre y cuando éste no atentara contra los valores esenciales del Imperio." Pérez Collado. Los discursos políticos del México originario.

[31] "Esta sociedad dividida en castas, que caracterizó al virreinato, tomó forma definitiva hasta los primeros años del siglo XVII, cuando posibles mezclas entre las poblaciones conquistadora, vencida y esclava, se habían llevado a cabo. Para entonces la casta superior había quedado constituida por los españoles de procedencia europea, quienes usufructuaban los puestos de responsabilidad en la Colonia; venía enseguida la casta de los llamados españoles americanos, más comúnmente conocidos por criollos, que en ocasiones eran hijo de padre y madre españoles, pero que en la mayoría de las veces eran mestizos, preponderantemente blancos, resultado del cruzamiento del español peninsular y algunos individuos de la casta inmediatamente inferior, constituida por los híbridos. Los indígenas, que gozaban de un status legal particular, formaban otra casta, casi podríamos decir que una nación separada dentro de la nacionalidad en integración; y finalmente los negros constituían la casta más baja, la casta infame por su sangre". Aguirre Beltrán. La población negra de México.

[32] “...estas castas, infamadas por las leyes, condenadas por las preocupaciones, eran sin embargo la parte más útil de la población”, expresaría Lucas Alamán en su Historia de México.

[33] "La sociedad colonial mexicana, y sobre todo la del siglo XVII, no era ni española ni azteca ni bantú, sino una sociedad en formación donde todos estos elementos se afrontaban y se complementaban. Los invasores (sic) bantús, relegados a lo más bajo de la escala, no se conformaron jamás por esa situación, al contrario, se opusieron a ella por todos los medios, principalmente por la fuerza y mediante rebeliones. Esta reacción fue resultado de la experiencia que habían acumulado en África, gracias a ello impusieron la interrupción de la trata mexicana así como la creación de ciudades como Córdoba, Yanga o Amapa, en el estado de Veracruz. Para comprender mejor y evaluar el verdadero sentido del cimarronaje en México, es necesario recordar el papel eminentemente político que jugó la presión militar portuguesa en África Central y sus corolarios, es decir, las huidas de esclavos y las resistencias maquinadas por líderes locales poseedores de un temple como el de la reina Njinga...”. Ngoumve, Nicolás. “Los orígenes de las rebeliones negras en el México colonial”.

[34] Cimarrón era el esclavo que huía y se refugiaba en las cimas (lugares de observación y vigilancia e inaccesibles); por extensión, todo esclavo huido.

[35] Aguirre Beltrán. La población negra de México.

[36] Aguirre Beltrán. Nyanga y la controversia en torno a su reducción a pueblo.

[37] “La historia del negro en América es la historia de un conjunto de grupos humanos que agrupados casi siempre sin tener en cuenta su lengua materna, ni su origen, composición familiar, creencias, costumbres y prácticas sociales y culturales, se vieron precisados a hacer suya la lengua del amo e integrase y unirse para construir conjuntamente otra cultura y, en ese proceso, ser". Carulla Parrera Pilar y Rodríguez Muños Margarita. Transgresiones y resistencias afromexicanas.

[38] "Negros y mulatos parecen en principio aceptar las imposiciones de la sociedad dominante por lo que se refiere a las estructuras formales de estas normas, pero frente al sistema de valores que comportan van a manifestar una constante y tenaz oposición que se manifestará precisamente mediante un gran número de transgresiones que la Inquisición juzgará como delitos." Carulla Parrera Pilar y Rodríguez Muños Margarita. Transgresiones y resistencias afromexicanas.

[39] “El negro horro está obligado a registrarse en la Caja de Negros para el pago del tributo. Mientras permanece esclavo, se le exime del impuesto, pero una vez libre, se le equipara al status de los indios, sujetos a capitación. Igual tributo pesa sobre las mezclas de negros, aun cuando desempeñen cargos militares...” AGUIRRE BELTRÁN. La población negra de México.

[40] "Pintó, entre otras muchas, imágenes de querubines, angelitos y niños de color quebrado. Primer copista de la imagen original de la virgen de Guadalupe, veedor de su gremio y uno de los artistas más sobresalientes del México barroco, Juan Correa fue un artífice singular del virreinato novohispano. Heredero de un proceso social y artístico importante en la Nueva España de mediados del siglo XVII, el pintor mulato fue por un lado representante de un grupo social emergente en México, producto del mestizaje, y por otro, de una cultura en el desarrollo de la barroca, a través de imágenes y símbolos de un lenguaje religioso característico de la época, Juan Correa y los oficiales y aprendices de su taller, reflejaron colores, movimientos y gestos en distintas representaciones iconográficas que formaron parte de retablos, capillas y sacristías en los principales conventos e iglesias de diversas regiones de Nueva España." Velázquez Gutiérrez. Juan Correa.

[41] Pérez Collado. Los discursos políticos del México originario.

[42] Por otro lado, la estamentación topaba con dificultades administrativas, al grado que: “Las castas no habrá quien se atreva a distinguirlas. Esta sería una información odiosa y tomándola rigurosamente se descubrirían en familias bien admitidas manchas muy oscuras que ha borrado el tiempo, resultando por precisión escandalosos expedientes que, convertidos en juicios ordinarios, nunca tendrían fin.”, ha de anotar un funcionario censal. Citado en Aguirre Beltrán. La población negra de México.

[43] "El estudio histórico del negro, por su parte, nos hace saber que su integración a la sociedad nacional fue legalmente consumada por la Independencia, cuando la constitución que dio su carta ideológica a la República declaró la abolición de la esclavitud y el fin de la estructura de castas. Viéndolo bien, la legislación no vino sino a confirmar hechos, socialmente sancionados, que sobrevinieron como inevitable resultado de las contradicciones del sistema colonial.

"Los negros y hombres de mezcla, mestizos y mulatos, alforrados y fugitivos, constituyen —después de los indios— el sector más numeroso al término de la Colonia. Es precisamente el logro simple de esa magnitud lo que en definitiva acaba con el sistema de castas, ya no teniendo los hombres marginales una posición definida en el sistema, y siendo los más, faltaba al sistema lógicamente base de sustentación." AGUIRRE BELTRÁN. La población negra de México.

[44] Desde mediados del XVIII sólo subsiste la esclavitud en las provincias de Tabasco y Campeche, pertenecientes a la gobernación de Yucatán; en el resto del país ha desaparecido: resultaba más barato contratar a individuos de las castas, masas de pobres y desocupados, que traer esclavos de África; tal era su número.

Tanta insistencia en abolir la esclavitud cuando no existe de hecho; en ese sentido, es sintomática la presencia abrumadora de los afrodescendientes; por ello, no es gratuito que Iturbide reconozca a los africanos como ciudadanos del nuevo imperio, dado que hace un reconocimiento a los pueblos originales, aunque sea de modo genérico.

[45] Fuentes Díaz, Vicente. El obispo Abad y Queipo frente a la guerra de independencia.

[46] "…prevengo á todos los dueños de esclavos y esclavas, que luego inmediatamente que llegue á su noticia esta plausible orden superior, los pongan en libertad, otorgándoles las necesarias escrituras de atala horria con las inserciones acostumbradas para que puedan tratar y contratar, comparecer en juicio, otorgar testamentos, codicilos y ejecutar las demás cosas que ejecutan y hacen las personas libres; y no lo haciendo así los citados dueños de esclavos y esclavas, sufrirán irremisiblemente la pena capital y confiscación de todos sus bienes. Bajo la misma que igualmente se impone no comprarán en lo sucesivo ni venderán esclavo alguno, ni los escribanos, ya sean del número ó reales, extenderán escrituras corrientes á este género de contratos, pena de suspensión de oficio y confiscación de bienes por no exigirlo la humanidad, ni dictarlo la misericordia".

[47] "Por el presente y a nombre de su Excelencia hago público y notorio a todos los moradores de esta América el establecimiento del nuevo gobierno por el cual a excepción de los europeos, todos los demás avisamos, no se nombrarán en calidad de indios, mulatos, ni castas sino todos generalmente americanos. Nadie pagará tributo, ni habrá esclavos en lo sucesivo, y todos los que tengan, sus amos serán castigados."

[48] "Que siendo contra los clamores de la naturaleza el vender á los hombres, quedan abolidas las leyes de la esclavitud, no sólo en cuanto al tráfico y comercio que se hacía de ellos, sino también por lo relativo á las adquisiciones; de manera que conforme al plan del reciente gobierno, puedan adquirir para sí, como unos individuos libres, al modo que se observa en las demás clases de República, en cuya consecuencia, supuestas las declaraciones asentadas, deberán los amos, sean americanos ó europeos, darles libertad dentro del término de diez días, so la pena de muerte que por inobservancia de este artículo se les aplicará.

[49] Actitud congruente con el propósito de los criollos en su afán de ser el grupo social dominante dentro de un sistema aristocrático, sin tener que romper el estado de cosas sino para desplazar a los españoles peninsulares del control económico y político de la Nueva España que habían recuperado en los últimos años como consecuencia de las reformas borbónicas.

[50] "Porque debe alejarse de la América la esclavitud y todo lo que a ella huela, mando que los Intendentes de Provincia y demás magistrados velen sobre que se pongan en libertad cuantos esclavos hayan quedado… previniendo a las repúblicas y jueces, no esclavicen a los hijos de los pueblos con servicios personales que sólo deben a la Nación y soberanía y no al individuo como tal…"

[51] "1º Queda abolida la esclavitud en la República. 2º Son por consiguiente libres los que hasta hoy se habían considerados como esclavos. 3º Cuando las circunstancias del Erario lo permitan, se indemnizará a los propietarios de esclavos en los términos que dispusieren las leyes."

[52] Véase la nota 91.

[53] "No hemos encontrado todavía la cifra, la unidad de nuestra alma. Nos conformamos con sabernos hijos del conflicto entre dos razas.", resume Alfonso Reyes en "La X en la frente".

[54] A decir de Molina Enríquez, Zapata, caudillo de los “indígenas” surianos, se definía como el mestizo perfecto por ser descendiente de negros, indios y españoles.

[55] “Existen dos vocablos en la lengua kimbundu directamente ligados con el chingar mexicano, al cual dieron origen: kuxinga y muxinga.” Pérez Hernández. “El verbo chingar: una palabra clave”.

[56] Aguirre Beltrán. El negro esclavo en Nueva España.

[57] “Hace falta, pues, para activar los factores de identidad, esa nueva historia cultural que incluya la de los indios y la de los negros, además de la de los europeos.” Martínez Montiel. “Un imperativo para la educación: rescribir la historia cultural”.

[58] “Los estudios históricos y las reflexiones teóricas de Gonzalo Aguirre Beltrán ejercieron una influencia decisiva en las transformaciones que enriquecieron el análisis de la historia social. Su estudio original y aun no superado sobre la presencia de los negros en la sociedad colonial, fue uno de los primeros en señalar el carácter pluriétnico del virreinato, y el primero en señalar la importancia demográfica, social y cultural de los negros en la formación colonial”.

“... ante la densa y desordenada acumulación de conocimientos históricos heredados, y ante la prodigiosa multiplicación de nuevos conocimentos, los historiadores de este final de siglo XX estarían obligados a desarrollar un esfuerzo consistente en colectar ese vasto legado de obras que permitan su consulta racional, su enriquecimiento y actualización progresivas, y su transmisión adecuada a las nuevas generaciones”. Florescano, Enrique. El nuevo pasado mexicano, Cal y Arena, 1991.

[59] Al respecto, resume Chávez Carvajal: “... se debatió la validez del término afro, palabra que no incluye la aceptación o conocimiento de las raíces africanas, por lo tanto, ¿por qué etiquetar a un país de afromestizo, afroamericano, afromexicano, afroantillano, etcétera?, cuando, en principio, no se ha concientizado a la población en general de lo que el continente africano legó y no se ha hecho conciencia porque no son suficientes las investigaciones que rescatan el elemento africano, desde su comercialización hasta su llegada, existencia y convivencia en América”.

[60] Fundadas en el color de la piel, en los rasgos fenotípicos.

[61] "Es inconcebible que la Historia de México (1978), editada por Salvat y coordinada por Miguel León Portilla, preclaro profesional, con quien colabora la flor y nata de nuestros historiadores, no mencione una sola vez al negro, o a la esclavitud negra, en alguna de las 3100 páginas contenidas en trece volúmenes profusamente ilustrados." Aguirre Beltrán. El negro esclavo en Nueva España.

[62] A mi juicio, los personajes de las cabezas olmecas son africanos, sin que ello implique o sugiera que el origen de la “cultura madre” de América lo sea.

[63] Aún hoy, los mixteca aceptan que a sus mujeres "les gusta mucho el negro".

[64] Los individuos de piel negra, en todos sus matices, comenzaron a ser nombrados "morenos", luego "mulatos" y "pardos"; finalmente quedaron en "mestizos".

[65] El caso de José María Morelos y Pavón es ilustrativo: siendo descendiente de indio y mulata, fue registrado en el libro de bautizos de los españoles.

[66] ¿Cuál será el origen de la palabra "congal"?

[67] En Collantes, Oaxaca, cuentan que hace más de cinco siglos, un negro vio un águila que traía una culebra entre garras, asentándose en un nopal para mejor devorar su presa, y tomó su salón, le apuntó cuidadosamente, disparó y apenas acertó a espantarla. La rapaz voladora presta emprendió el vuelo hacia el valle del altiplano central, donde se ubicaba un lago con una isla en medio y un gran nopal sobre una piedra; acomodose en una penca y, en tanto devoraba con voracidad el reptil, aparecieron los azteca, luego de grande peregrinación en busca del sitio donde fundar la ciudad del Ombligo de la Luna. Se duelen en Collantes, y maldicen la memoria de aquel negro anónimo, porque pudieron ser cuna de la mexicanidad y no lo son. Es significativo que el mito elegido por los criollos para sustentar la nacionalidad (ajeno a ellos, por supuesto) sea asumido con tanta enjundia por los afromexicanos.

[68] Asunto discutible, siendo el territorio del actual estado de Morelos lugar de intensa actividad productiva y acentuado mestizaje de ascendencia africana.

[69] Los migrantes afromexicanos que viven en Estados Unidos, por ejemplo, dadas las condiciones y situaciones adversas que enfrentan, afirman su pertenencia al lugar de nacimiento, al país de procedencia, a sus hábitos culturales, religiosos, culinarios, festivos, etc.; incluso ante los negros estadunidenses se asumen como latinos, cosa que no ocurre en las ciudades mexicanas, donde buscan mimetizarse.

[70] Una de las primeras experiencias que se viven en las ciudades al salir de la Costa Chica es la inspección policiaca: los negros somos sujetos de revisión e interrogatorio, de vejaciones e insultos, que incluyen temas como la historia nacional, la entonación de nuestro Himno Nacional y otras lindezas, cuando no hay acusaciones de "agentes de subversión extranjeros", etc.

[71] Revísense los libros de texto de historia nacional para la primaria; en ellos la visión de los negros, si se nombran, es parcial. Caso ejemplar el elaborado por la SEP para el estado de Guerrero; en su afán de síntesis —supongo, no creo que sea racismo—, despachan de tres parrafadas a los negros: “En vista de la disminución de la población indígena, los españoles trajeron negros en calidad de esclavos, desde África y el Caribe, para realizar los trabajos más pesados. Algunos, en especial los llamados cimarrones, causaron problemas por su espíritu levantisco y rebelde, y para mantener su libertad se apoyaron en la violencia.

“Los negros llegaron a Costa Chica procedentes del puerto oaxaqueño de Huatulco, así como de los ingenios poblanos de Atlixco, bajando por la ruta que abrió Mateo Anuz y Mauleón desde Huamuxtitlán hasta el mar. Se les trajo para trabajar de peones en los trapiches de azúcar; de criados y pescadores en la barra de Tecoanapan; de vaqueros para llevar ganado a la Cuenca de México o de barreteros en los placeres (minas) del oro de San Luis Acatlán. Así, con el tiempo se constituirían en Costa Chica comunidades negras en San Nicolás, Cuajinicuilapa y Maldonado; mientras en Costa Grande se establecieron en Espinalillo y Barrio Nuevo —dentro del actual municipio de Coyuca de Benítez—, Cabañas y los Arenales, en el de San Jerónimo.

“La legislación española fue muy severa con los negros; incluso el virrey Martín Enríquez mandó exterminarlos en 1579, y aunque no lo logró, sí consiguió que se les confinara a zonas de difícil acceso, en algunas de las cuales persisten hoy comunidades negras con su propia cultura”. Antes se había establecido que: “ Rumbo a Ometepec, son características las chozas redondas de vara con techos cónicos de zacate o palma, muy comunes entre la población con rasgos negroides”. Esta información es inexacta, imprecisa o falsa: Mateo Anuz y Mauleón fue encomendero que no abrió ruta alguna, sino bajó por la antigua ruta de los indígenas del alto que bajaban a comerciar y a guerrear con los costeños. Los negros no vinieron como peones sino como esclavos. ¿Y los negros de Huehuetán, Juchitán, Marquelia, Copala, Cruz Grande, San Marcos, La Sabana, Acapulco? ¿Provenían de la Costa Chica los negros que llegaron a Costa Grande? ¿Hay una cultura negra? Los redondos, las chozas aludidas, hace más de cuarenta años que desaparecieron. Y de nuevo, el ser de los negros, o “negroides”, es la violencia.

Obsérvese también la imagen de los negros en la televisión y el cómic: sirvientes, salvajes, lujuriosos… O los anuncios de productos para blanquearse la piel (White Secret, por ejemplo).

[72] Es tan fuerte este sentimiento de pertenencia a lo nacional, de asumirse como mexicanos, que algunos pueblos, como Cuajinicuilapa, han asimilado los mitos cívicos sin una mínima mirada crítica, adoptando la visión que impusieron los criollos: por ejemplo, en los festejos de la Virgen de Guadalupe, los afromexicanos representan escenas de la Conquista y vemos a un negro siendo Cuauhtémoc, a otro siendo Cortés, y las huestes de ambos, negros también, quedando los negros mismos excluidos —hecho ligado, además, a la ausencia de memoria colectiva o a su negación.

1 comentario:

Grisse dijo...

Hola.

Me encanto tu escrito. Buscaba información sobre la historia de mi familia, mi madre es afromexicana de azoyu, guerrero y aunque yo no tengo la fisionomía de mi madre me interesa mucho saber más sobre esto. En unos meses me voy hacer un trabajo de investigación a guerrero y tu escrito me ha emocionado aún más!
Saludos!