[tercera de tres partes]
17 de enero
EDUARDO AÑORVE
COPALA
En esta última parte de esta entrevista [cuya transcripción no fue completa] Kali González, el campeón de Las Salinas, maestro rural, que estuvo clasificado como el quinto peleador de su peso en Estados Unidos, tercero en México y noveno en el mundo, nos habla de lo que implica la disciplina para ese oficio, de cómo el boxeo se ha ido elitizando, de cómo los políticos de su municipio, las autoridades, desaprovechan su experiencia para promover ese deporte, de lo valioso de la experiencia de otros boxeadores costeños que tuvieron éxito deportivo, de su miedo a pelear, del peso de las apuestas en muchas de las peleas que se venden al público, de cómo éstas apelan a falsos nacionalismos y del papel de las mujeres en su etapa de boxeador encumbrado.
En su casa, cobijada por grandes árboles, Kali González muestra sus recortes de periódicos, fotografías de sus peleas, fotografías de otros peleadores, amigos suyos, dice, recortes de carteles… De esos recuerditos tengo muchos. Hisohi está tendido, en uno de ellos. Veo éstas y me lleno de orgullo. La conversación continúa.
KG: ¿Qué es lo que conservo aún? Trece años como profesional. Aprendí la responsabilidad que se tiene siendo un profesional. Un profesional siempre tiene que estar al cien, ése. Uno allí… eso no permite, es un quehacer arduo. Por ejemplo, en el boxeo, ese deporte tan duro, de contacto… porque aquí vienen cuando hay peleas buenas, megafunciones, aquí viene la brosa y, a veces, yo los dejo que estén diciendo, ¿no?, pero no, atrás de eso, el trabajo que hace uno es muy arduo, muy pesado. El boxeador hace un trabajo duro, hermano. Trabajar todas las mañanas, correr. A las diez de la mañana, costal, pera. En la tarde, boxeo. ¡N’ombre!
EA: ¿Vale la pena tanto trabajo?
KG: Sí, como te dije hace rato. La disciplina viene de que te hagan creer principios de responsabilidad; desde tu casa te van metiendo esos valores, de que, pues, tienes que hacerlo de esa manera porque, si no, no hay de otra. Entonces, desde ahí va creciendo el sujeto. Obviamente, de acuerdo como vives. Yo no sé si te guste este tipo de observación, yo tengo la mía. Por ejemplo, comento mucho aquí con mi señora de que el destino yo lo veo así: Si a ti te pare un rico, lo más seguro es que vas a ser rico. Si te pare un pobre, lo más seguro es que vas a ser pobre. Donde tantito estoy de acuerdo es con la suerte, ¿no?, porque es la que rompe esquemas…
EA: Sobre esa misma idea: Yo tengo suerte, ¿y si no tengo disciplina?
KG: Ah, sí. En el 86, 87, me mandan a entrenar a Los Mochis, y me hago amigo grande con Rafa El Gato Toledo, aquel que fue campeón nacional de peso pluma, y trabajaba en la prepa, era una especie de prefecto, y un día paso por la prepa y me meto, y me voy encontrando que allí el instructor de boxeo era Cochul Montiel, don Manuel El Cochul Montiel; había cuatro rines dentro de la prepa, pera, costal y todo. No, dice, aquí se hace el campeonato de la universidad, el interno. ¿Y eso cuándo lo tenemos aquí en Guerrero? Y yo me quedé pensando: Oye, con razón, pues. Cuando yo me retire voy a hacer esto también, allá en Guerrero.
Allá en Tijuana, en el Cheto Torres, llegan los papases a llevar a sus niños y los van a recoger en sus grandes camionetas. Y yo le comento a Gloria [su esposa]: Con razón en los olímpicos vemos a puros que son del norte. ‘tan viendo que el deporte de los golpes es un negociazo. Antes, el deporte de los golpes era para puro pobre, ahora s’están metiendo los ricos, los millonarios. Los Chávez, no creo que los Chávez no tengan dinero, y mira dónde andan. Vea usted los centroamericanos… por ejemplo, en estos panamericanos, ¿quién nos representó a nosotros, en Guerrero? ¡No tenemos!
Me comentó usted de si podíamos hablar de política y de si a los famosos los utilizan. Sí. Vea: El instituto del deporte y de la juventud Guerrero: hay cuando menos treinta o cuarenta oficinistas, cada quien en su escritorio, ¿y a quién administran, no hay ningún deportista? Un corredor de vallas de Acapulco era el único, y no llegó, en la competencia…
EA: Lo mismo pasa en cultura, por ejemplo…
KG: Sí, sí. Yo, por ejemplo, dije, en aquel tiempo, cuando estaba trabajando con Ángel Aguirre, le dije a don Heriberto Noriega Cantú: Oiga, don Heriberto, ¿por qué no instalan gimnasios de boxeo? Obviamente no van a salir doce campeones del mundo, van a salir uno y otro por ahí, nacional, pero tenemos para que vayan a las competencias. En Cuajinicuilapa, Juchitán, Copala…
EA: ¿Y qué te dijo?
KG: Nomás quedaba en que: No, pues, vamos a hacer esto… ya ve que ellos son habilidosos, tienen una destreza enorme para cambiar y desviar temas, y yo siempre… precisamente, el 25 de julio, bautizamos a mis chavos. Mi compadre Marcos Villasana estaba platicando que él solicitó a don Heladio Aguirre que le instalara un gimnasio, pero él quiere un gimnasio completo. Entonces, yo le digo: Compadre, échale la lucha, porque está la efeverescencia del boxeo, ahorita Tecate, Corona y todo eso, por la televisión están bombardeando con el boxeo. No le he hablado, pero a mí se me hace que no.
Por ejemplo, yo te voy a decir. Estoy seguro que en cada comunidad vive un compa que fue profesional en el boxeo. Hace poco me comentaron que el Chino Adame estaba por Teconapa; ese cuate es buenísimo, él puede hablar de boxeo porque fue boxeador, sabe lo que es eso. En Juchitán… no sé dónde andará aquel que fue campeón, Viterbo Panchí. En San Marcos, La Chispa Gutiérrez. En Cruz Grande, el Gabi Bernal… digo, y también les serviría como un reconocimiento, ¿no?, hacerles su gimnasio, estar allí…
EA: Tú hablas de un aspecto, formar boxeadores; sin embargo, también está lo educativo… Por cierto, ¿qué estudiaste, digo, aparte de educación física?
KG: También tengo una licenciatura en ciencias sociales.
EA: ¿Y has tenido reconocimiento por tus logros deportivos?
KG: No, el único que me entregó una placa fue Heladio Aguirre, él me da un reconocimiento como un ilustre deportista guerrerense [ironiza]… Aquí, en Copala, presidentes van, presidentes vienen y a mí nunca se me ha llamado: Oiga profe, échenos la mano con la dirección del deporte, pues… yo, aparte de que una vez retirado ocupé varios puestos públicos, no, aquí no me ocupan para nada, y ni tampoco me arrimó…
EA: ¿Por qué no te arrimas?
KG: Porque hay presidentes que, precisamente no me llaman, me siento humillado, ¿no?, porque no siento que reconozcan mi trayectoria, no he visto que digan: Oye, cabrón… ¿verdá? O sea que yo también a la mejor me margino solo, me falta carácter para eso, y por eso yo digo: No, pues yo, acá, bajita la mano.
EA: ¿Y tu orgullo?
KG: Yo, apenas si veo a Gabi Camaro, el que está colocado, de los conocidos deportistas; de allí para allá, no, pues, como que nos sacan de… yo me siento no tomado en cuenta, y así, pues, no se puede. A veces siento que no se ha aprovechado mi experiencia, pues. Y aquí estamos como maestros rurales, ganando una miseria, aquí, en la técnica 35.
Le comento yo a mi mujer que en otros estados a los niños chiquitos ya le están fomentando el boxeo. Yo, al ese Julio César Chávez, al Omar, esos que están peleando, su mamá se llama Amalia Carrasco, la esposa de Julio César Chávez, los llevaba, en su carro, al Cheto Torres.
EA: Entre ellos, en el norte del país, por ejemplo, los niños desde pequeños ya tienen en mente que irán a la universidad, ¿no?
KG: Un día… estábamos cerca de una iglesia de católicos y el boxeador… yo no conozco uno solo que no crea en dios o que por lo menos se atenga a sus agallas, aunque uno sea muy valiente como quiera uno siente ciertos temores y quiere un apoyo moral… entonces, me iba a la iglesia, y mucha gente que quizá me había visto en los periódicos: Bueno, este compa, puro aquí, puro aquí. Me pregunta un señor: Oye Kali, ¿tú eres Kali el ese que sale en los periódicos? Oye, tú eres boxeador, ¿y a poco te da miedo. Pienso: ¿Qué le digo? Si le digo que sí va a decir: Sí, ¿no que no tienen miedo? Así es que busqué la más suave. Le digo: Oiga, ¿a poco cree que yo soy marciano? Dice: Primero yo. Le pregunté que si tenía miedo. Le digo: Pues sí, es que toda le gente tiene miedo. Dice: Oye, yo pensé que los boxeadores no tenían miedo, que esos compas eran unos compas que así, de plano, sin nada de miedo. Le digo: No, somos los más miedosos, porque ustedes, los que no hacen el boxeo pueden pelear una vez, si quieren, una segunda vez, si quieren, la vez que no quieran dicen: No peleo, y ya, punto. Y nosotros andamos en eso, nos ganamos la feria en eso, es parte de nuestra vida. Desde que estamos aquí, ya, cuando vamos pa’l ring, nos da miedo.
Cuando estás en el ring se te vienen muchas cosas. Te voy a decir por qué tenía mucho miedo yo. Cuando atardecía, que iba metiéndose el sol, a mí no me gustaba ver cómo se metía el sol el día de mi pelea. Me metía a las dos de la tarde a la concentración; si la habitación donde estaba daba para donde se moría el sol, capaz que cerraba todas las cortinas, le ponía no sé qué diablos le ponía… la cosa es que estuviera oscuro… y ahí estaba. Pasaban por mi mente muchas cosas, pero, fíjate, mi abuela, mi abuelita, que es la que me creo aquí, de chiquito me decía esa palabrita que me mató siempre en esa onda, que me hizo mal, quizás. Me decía que solamente los muertos no ven salir el sol. Esa palabrita la usaba ella, y sí, pues, si están muertos. El hecho es que yo le pedía a dios, donde estaba hospedado, y le decía: Dios mío, siquiera que salga bien, que no vaya yo a salir mal; con que salga bien, ya la hice gacha. Y venían mis temores, porque el boxeo es una cosa delicada, muy fuerte. Un golpe… puedes quedar ahí. Y en esos días hubo varios muertes.
Tú te pones siempre en el lado de que el que se va a morir es aquel, pero, qué tal si eres tú. Entonces, de allí es donde viene ese sentimiento encontrado, y peleaba contra mi misma cobardía, y así peleamos todos. Y si no, véanle la cara a Paquiao antes de subir con Márquez: llevaba miedo, el fulano, y Márquez también, y todos los que vemos. Da mucho miedo, primo. Cuando ya te llevan pa’ la arena, esa hora en que te hablan por teléfono, esa hora en que tenemos que abandonar la habitación, tenemos miedo… Das como veinte miadas, no te sale nada pero tú vas al baño, y eso es miedo. Tratas de demostrar lo que lejos estás de sentir.
EA: El otro detecta el miedo, tú detectas el miedo…
KG: Sí, sí…
EA: ¿Y no le dices desde el principio: Te voy a chingar…?
KG: Trataba yo de ser hipócrita, de fingir. Nomás, te imaginas, yo, un hombre tan serio, hasta llegar a decirte mustio; ese día me volvía amable. Eso era miedo, trataba de buscar la manera de esconder mi cobardía. Si no iba a recoger besos
EA: ¿Qué boxeador te gustó?
KG: Mi ídolo, el más grande, Julio César Chávez. Yo tuve el honor de boxear en los entrenamientos con ese señor quizá unas 17, 18 veces. Es un fuera de serie. Si hablamos de futbol, allí está Hugo Sánchez. Si hablamos, aquí, como a veces nos ponemos, de nuestro entorno, que la música… quiérase o no, yo soy parte de una cultura, lo llevo en el alma: a mí, la Luz Roja de San Marcos de Kuna y Peita me fascina, me gusta mucho Sergio Sabino, como también de por acá ese Cirino Arellanes, con su Corralero Navy…
EA: Bueno, Cirino Arellanes, quien cambió su nombre a Cirino Arellano y su modo da hablar y de cantar, de vestir, para tener éxito… Ahora, ya de grande, le entra la nostalgia y reconoce que no le gustó mucho cambiar para poder tener éxito… Uno tiene que cambiar para eso, ¿cuesta?
KG: Mira, ese tema… en Baja California, Aldo Fisher, un periodista bajacaliforniano, fue el que me enseñó a mí, me pidió mucha moderación hasta en el hablar, en el parar, el tipo de reuniones: Es que tú eres otro tipo de persona, eres una persona pública, pero también eres una estrella; entonces, debes comportarte aquí, debes comportarte acá.
EA: Implica responsabilidad para ti, ser una figura pública…
KG: Sí, ésa es precisamente la formación profesional. Fíjate: ya que empezaron a llegar mucha gente de acá, tenía un primohermano que hacía mole de marrano, como de por acá, de la Costa Chica, y a mí cómo me gustaba el mole de marrano, pero eso no era para mí. Entonces, tuve que sincerarme, le dije a él, al señor… No, pues, es que eso no sirve para ti… Entonces, empiezan a hacer un cambio radical, te vuelves diferente, porque te conviene, además.
Mira, allí en Cabo San Lucas hay una cancha a donde van los grupos de aquí, que están de moda. Empieza a llegar la gente de aquí, que invadieron a Baja California, pues, todos a la Zapata. Allá me veían que iba yo a escuchar música, y también me llamaron: Oye, ¿qué onda, qué haces tú por acá? Una vez fueron a tocar Las Nenas, en un lugar más o menos, y yo ya empezaba a meterme en la política, porque ya era una figura pública, famosito… así que, allá me llevan a bailar con Las Nenas, me eché una bailada… lo que es andar en esa onda. Y la policía: No, pues, pásele campeón. Pero, te digo, sí te ayudan ciertas cosas.
EA: Regresas, ¿cómo te reciben en tu pueblo, cómo te recibe el paisano?
KG: Como aquí es pura familia, me han recibido bien, aunque tiene sus bemoles, pero hay mucho respeto. Nosotros no nos metemos con nadie, aunque no falta quien te… yo le llamo humillación… como, por ejemplo, hace unos días fuimos allá al torneo de futbol que había en Copala, y estaban unos muchachos allí… cuando yo peleaba en Copala era el tipo más famoso, el que llenaba las arenas, pero, ahora que voy oigo un comentario por ahí: A ver, si fue tan bueno, ¿por qué no fue campeón del mundo? No, pues, hermano, qué hubiera querido yo, con toda el alma, pero hubieron otros más buenos que yo y me ganaron. Eso le hubiera dicho, mejor, a Loonie Smith [risas]…
EA: ¿De verdad el negocio de las apuestas tiene influencia en el box?
KG: Sí, cómo no. En todos los deportes… Vamos a poner un ejemplo, lo más reciente: Márquez con Pacquiao. En Estados Unidos, donde hay eventos deportivos, todo es negocio. Hay dos o tres tipos de deporte profesional, en la misma disciplina. Por ejemplo, en boxeo la cadena HBO es la que vende los pago-por-evento en todos los países. Para que tú puedas entrar a ser peleador de una mega función necesitas ser peleador de HBO televisión, si no, no pasas. Aunque seas un extraordinario peleador, no vas si no eres de esa gente. Entonces, la televisión te coloca en las mega funciones. Si tú peleas, eres suertudo, que pelees cinco, seis veces en una mega función, ya te la comes con manteca, maestro, porque vas por un contrato de 50 mil dólares, digamos, más un porcentaje de los recursos que juntó por pago-por-evento. Y no creas que son 50 mil, son 300 mil, 400 mil dólares.
Pero para que puedas entrar allí… es un consorcio que no permite más que lo que ellos quieren y prefieren. Entonces, son los que organizan las mega funciones donde peleaba Foreman, Julio César, ahora Pacquiao… extraordinario boxeador… Ellos llevan todo, llevan su cartel, llevan sus estadios… los estadios no le interesan a ellos: en el de los Vaqueros de Dallas van a pelear 20 de los mejores boxeadores del mundo: a ellos no les interesa, los que entren, veinte mil, no sé. Ellos, los pago-por-evento.
Y, por ejemplo, la televisión mexicana le compra los derechos por transmitirlos aquí, diferidos, ya cuando ya saben ellos quién ganó, por eso [los comentaristas] se sienten ellos que saben mucho de boxeo: No, que yo, pues… la pelea, y seguramente… Y yo, que sé de ese negocio, digo qué bárbaro, Lamazón, y ahora, ¿dónde Lamazón fue boxeador?, el argentino… yo conozco a ese señor… No, pues, no, pero está en la televisión…
EA: Acaba de pasar; yo escuché muchas reacciones: que el mexicano fue mejor boxeador, que ganó la pelea…
KG: Oh, sí.
EA: Mi cuestión, más allá de quién es mejor o quién es peor, es: El box es un negocio, gana el que quieren que gane, no el mejor, pero aquí la trampa es que manejan que perdió un mexicano, y eso es como si hubiésemos perdido todos los mexicanos y todos debemos sentirnos dolidos…
KG: Primero te voy a contestar lo de las apuestas. Los de HBO, ellos tienen sus corredores para las funciones. Los lugares donde presenta HBO televisión un evento, lo hace casino: desde que vas entrando… máquinas, y ahí andan las conejitas, unas mujeres tan hermooosas, allí andan vendiéndote cosas, y allí tienes, que le metes el dólar a la maquinita y ganas, eso tiene, que siempre ganas, dos dólares, y ya: Le voy a echar acá, ¿no? Pelada, ¿cuándo ganas?, ¿no? Entonces, te amunchas tu dinero, cuatro dólares, ¿no? Y allí andan, esas mujeres bonitas, y te llevan para acá y para allá. Así es Estados Unidos.
Y todo lo organiza el consorcio. Obviamente, quien genera el billete, a quien ya le hicieron nombre, en ese caso a Pacquiao, Pacquiao, Pacquiao. Pacquiao en su vida soñó que ese señor le iba a poner una soberana chinga… porque fue una soberana chinga la que le pusieron al compa… A ver, el nombre: Pacquiao; atractivo: Pacquiao; ¿quién vende pago-por-evento?: Pacquiao. Entonces, se acaba el marrano de los coches gordos con esta chinga. No, lo siento mucho, van a ser unos días que van a andar los mexicanos chingado su madre, pero aquí el que gana es éste. Así de sencillo.
Te aseguro que si hubiera… aquí tenemos otra cosa que nosotros no queremos ver: en el boxeo, se presta para muchas cosas. La pelea de Finito López con Álvarez, el nicaragüense, en la arena México. Lo agarra Álvarez y le da un chingadazo al Finito López, que lo tuvieron cerca de la hora y media botao, y nunca se acabaron los once segundos, chingao. Y la campana: tin-tin-tin. Ahora sí, ya, lo pararon. No manchen. No dijimos nada. Y allá va Álvarez, afrentadito. Otra de las más recientes: el Niño Arce, que a mí me cae… yo no sé por qué no me simpatiza, quizá porque tiene muchos dientes, tiene dos carreras de dientes… El tipo pelea por el campeonato del mundo, es cuarta o quinta corona y las acaba amarra’o… Oye, pues, hombre… pero son mexicanos, eso lo olvidamos. El sentir de este muchacho, de Márquez, es que sí fue en todo el mundo, ¿no? Ahora sí que ése sí fue visto hasta el último rinconcito del planeta…
EA: Pero él sabe que esas son las reglas, ¿no?
KG: Pues sí. Él se debió haber dado cuenta de que era a matar o a matar, allí no hay… como cuando iba el guerrerense a pelear a México, para que le ganara a un chilango iba a estar… olvídate, a medio matar, y allí perdieron muchos buenos que fueron de aquí. Yo, bendito sea dios que una sola vez fui a pelear a ese México, cuando le gané a ese menta’o Escamilla, en tres rounds…
EA: Por nockout, para que no haya dudas…
KG: Por acá escuché uno, que dice que gallo muerto nunca corre… No, pues, cómo va a correr [risas].
EA: Hablabas de las conejitas, y se suele decir que uno de los trompezones que luego se dan los boxeadores es con las mujeres…
KG: Definitivamente, definitivamente. El que lo niegue es hipócrita. Aparte, porque la dieta que tienes tú… tú te metes a entrenar meses, pero si tú tienes una responsabilidad… a veces, que se te caen las peleas: ya tienes un mes y te avisan que se cayó la pelea. Estás en la dieta, y ya, de repente, peleas y te sueltas, vas a una de esas funciones… maestro, uno nunca valora el dinero, aparte de que el pobre siempre tiene qué comprar… Así, se va uno por ahí. Muchos han tenido esos romances; aquí, incluso, uno de Copala o de Playa Ventura está casado con una de las de allí.
Mira, al boxeador lo consideran privilegiado. En Estados Unidos, el boxeador es rico; puede ser que no ganes como aquel estrella, pero si andas con él, tú vas a donde andan las estrellas, y aunque uno gane poquito vas al Western Forum, donde juegan los Lakers, y allí se rola la gente de recursos, el gabacho de dinero, porque el gabacho pobre anda en otros espectáculos. Entonces, pues sí, sí deja uno parte de sus ganancias en eso, por hacerse notar, sobre todo. Yo tuve, y uno de mis vicios… pues, soy honesto, soy sincero, pues, total, en el último de los casos los gané y los perdí yo… a mí me gustaba mucho el oro, y hubo un tiempo en que me tapizaba en oro…
EA: Pero, el oro lo tienes…
KG: No, no, no, no, pues, era parte de la aventura, pues. Tú te pones oro para ser más atractivo ante las que necesitan ese tipo de estímulos, y no, pues, . te regalo esto otro. ¿Cuántas casas se quedan allí, y todo? [Risas]
EA: Por cultura, el ganador siempre tiene todo, y a veces, por la fama, te abren un chingo de puertas…
KG: No, sí, aunque depende mucho del gusto. Yo fui muy afecto a andar con mujeres, nunca me gustó la prostituta, la mujer corriente. Yo tenía mis novias. Yo viajaba de Tijuana en avión a Puerto Vallarta, allí tenía una novia que era de clase media. Viajaba a Mexicali, viajaba a Hermosillo. Acabando las peleas, ahí sí, yo...
EA: Burro sin mecate…
KG: Sí, definitivamente. Estaba alistando las maletas, estaba comprando el boleto a Acapulco, y me venía a Copala, tenía una novia en Copala, y así, ya, ya me estaban hablando…
EA: Pero no te quedaste con una güerita, de esas conejitas…
KG: Nunca me gustó la mujer de p’allá. Yo pensé siempre en venir acá… Mira, si yo hubiera sabido que me iba a pasar cuanta cosa… porque atrás de mí hay una serie de situaciones muy tristes… a la mejor yo me quedo allá. Yo, cuando me despido, me dicen que qué voy a hacer por acá, pero no, como si yo hubiera traido unos diez trailes llenos de dinero, y la verdad, no traía tanto… no gané tanto, y también me cobraban, tienes que mantener tu nivel de vida…
EA: ¿Siempre fue así?
KG: No, pero cuando ya me clasificaron como el número tres nacional, y me regalaron un Mustang, un Mustang rojo, bien bonito, para mis entrenamientos… cuando no me daban ese Mustang caminaba por toda la avenida en Cabo San Lucas, San José, La Paz, a pie me la pasaba chiflando, compraba mi bolsita de cacahuates… porque a mí me gustan mucho los cacahuates… y me sentaba ahí donde podía y, prau-prau, hacía yo los morros de cáscaras. Ya, después, cuando me dieron el Mustan, ¡n’ombre!, ¡olvídate!, vieras visto, yo hasta me peinaba yo de otro modo, acá, no veía yo pa’ los lados. Digo: Cómo cambia uno, ¿no? Sí, pues, es parte de esa mezquindad, que se nos olvida el paso que damos…
EA: Falta de experiencia…
KG: Sí, yo digo que sí. Lo que pasa es que uno siempre quiere ser grande, se ilusiona uno con serlo, sueña con serlo, y te llega la oportunidad de que… ésa es, y ya, ahí va. [Risas] Aunque atrás de uno siempre hay una máquina que te está contando el tiempo: tú no eres por ti solo, a ti te hicieron, atrás de ti hay quien invirtió para que seas figura, y tú le tienes que obedecer o desquitar con buenas acciones, con actitudes positivas, porque no nomás de confianza te ayudó, invirtió lana. Hacer una carrera es una lana.
¿No te digo que cuando yo la regaba me decía que pasara por mi boleto para Acapulco? No, pues, estar gastando en este pendejo que nomás no agradece, pues lo vay a correr mejor. Y era la verdad: siempre hay alguien que te está sujetando, de todo a todo. Te hablan a lo derecho: Quieres seguir adelante, le seguimos, pero bajo estas condiciones, aquí no va a haber papel si no quieres papel, y si quieres lo firmamos. Pero, ésta es la condición, y si no quieres, también, le trozamos. Viene otro, hay otro que quiere. Y, luego, vas con las manos vacías, y dices: Pues sí, ¿no?
Bueno, yo estuve entre los mejores, aunque sea ocho meses, pero fui uno de los mejores del mundo, eso nadie me lo quita.
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