15
de noviembre de 2011
CUAJINICUILAPA DE SANTAMARÍA,
GRO.
La poligamia, o más correctamente, el poliamor y la
fidelidad son conductas amorosas y modos de vida opuestos que se dan entre los
criollos de Cuajinicuilapa y, más que ponderar a una por encima de la otra o
juzgar a quienes las asumen, conviene tener presente que las dos opciones son
válidas y legítimas si se fundan en el consenso entre quienes están
involucrados en ese tipo de relaciones, expuso el estudioso Eduardo Añorve en
la charla comunal titulada La poligamia y la fidelidad entre los criollos de
Cuajinicuilapa, la noche del pasado lunes 14 de noviembre.
Ante una veintena de asistentes, entre hombres y
mujeres, todos ellos adultos, Añorve Zapata comenzó recordando el motivo de esa
charla: “Estamos aquí porque hace un año que se fue Andrés Manzano, no sé a
dónde. Los que le hicieron una misa creen que se fue a un lugar; los que estamos
haciendo esto creemos que se fue a otro lugar… Nosotros no somos dueños de
ningún muerto; lo digo porque ahora está de moda homenajearlo. En realidad,
este acto, que es un acto académico, está inspirado en la memoria de Andrés
Manzano. Si pudiéramos preguntarle a Andrés dónde le gustaría estar, si en la
iglesia oyendo misa o aquí, en esta charla, en la fonda La Florcita de Doña
Mica, seguro que le gustaría estar oliendo esta florcita y no rezando”.
También respondió a la opinión manifestada por algunos
ciudadanos de Cuajinicuilapa que tienen varias parejas en el sentido de que
hablar de estos tema era ventilar asuntos privados en ámbitos públicos: “No
vamos a hablar si a una persona le gusta arriba o le gusta abajo, sino que
vamos a analizar hechos de todos conocidos, porque existen evidencias
innegables de esas conductas, como la existencia de los hijos y de las mujeres,
y ésas sí son cosas públicas, están a la vista de todos”.
“Desde el punto de vista social y cultural -dijo
Añorve Zapata- tenemos que revisar estas conductas públicas porque inciden en
la vida de la comunidad, tienen repercusiones en la ella. Es como vernos en el
espejo, es ver cómo somos para entender cómo somos”.
De la poligamia, este estudioso dijo que tiene dos
aspectos, la poliandria y la poliginia, referida a mujeres y a varones, aunque
entre los criollos de Cuajinicuilapa esta práctica amorosa no está legalizada
como matrimonio, como ocurre en algunos países, ni es impuesta, sino que se da
por elección; en ese sentido, el término más correcto para designarla es
poliamor, y en esta charla se utilizaría para referirse concretamente a la
poliginia, dejando el tema de la poliandria para otra ocasión.
Además de ser una relación en el que las mujeres
eligen involucrarse en ella, el poliamor critica y desafía el concepto
patriarcal de la monogamia, el que está basado en la propiedad privada, toda
vez que ellas asumen la posesión de su propia persona y a partir de esa
decisión se involucran con un hombre que tiene otra pareja, con los riesgos que
conlleva.
Luego de poner un ejemplo, explicó: “Yo pensé en
por qué esta mujer, que es casada, se arriesga a que la golpee su marido, a
armar un pleito en un pueblo en el que todo mundo sabe de esa relación, donde
alguien puede terminar muerto, por qué se arriesga a que la arrastren, la
balaceen, la maten, y me di cuenta que ella lo hacía por esa cosa que se llama
amor, no por otra razón, porque él fuese rico y le diera dinero o protección,
sino por amor.
“Entonces, me di cuenta que la teoría que explica
que el hombre es el proveedor y que por eso puede tener muchas mujeres, porque
puede mantenerlas, esa teoría es falsa, o no era acertada. Hay otros motivos
que tienen que ver con la democratización de la sociedad: cuando las mujeres
empiezan a tomar conciencia de lo que son y toman lo que llaman su destino en
sus manos comienzan a hacer este tipo de elecciones”.
Expuso este estudioso de la cultura criolla que “la
tercera en la relación aparece cuando las cosas funcionan mal, cuando existe
algún problema en la pareja, y él opta por buscar a alguien fuera del
matrimonio o de esa pareja para satisfacer alguna necesidad, como obtener
placer, por ejemplo”.
Frecuentemente, entre los criollos de
Cuajinicuilapa el varón acude al poliamor cuando su pareja no puede darle hijos
varones o cuando ella se encuentra preñada, y en este último caso, la relación
que parecía ser temporal adquiere rango de duradera, abundó.
Por otro lado, Añorve Zapata habló de la fidelidad,
concepto en que se basa el matrimonio monógamo, y opinó que la fidelidad no es
natural, a diferencia del deseo, el que anima al poliamor, sino que ésta es
impuesta, y es una decisión errónea porque el deseo y el instinto de
supervivencia de la especie son más fuertes: “Esposa, ¿es la que esposa?;
querida, ¿es la que quiere, la que se quiere?”.
Y explicó: “Fidelidad tiene que ver con fe, implica
adquirir un compromiso. El problema de la fidelidad es que es un concepto, y
nosotros no sabemos cómo se puede cumplir un concepto. Es una obligación, la
fidelidad, es un ideal difícil de concretar porque es tenue la línea donde
comienza o termina una conducta fiel, sobre todo porque el deseo suele
despertarse a partir de la vista, y todos vemos o podemos ver frecuentemente a
quienes nos despierten el deseo”.
En respuesta a esta opinión, y dentro de la charla,
un maestro, de entre los asistentes, expuso un par de casos en los que un
hombre polígamo terminó solo al final de su vida, a pesar de haber procreado
muchos hijos con varias mujeres; y sobre otro hombre que tuvo unos quince hijos
con una mujer y todos ellos lo apreciaron y respetaron:
“Quizá alguien me diga: Yo tengo tres hijos allá, tres hijos allá y tres hijos allá, y soy
feliz. Ah, yo creo que la felicidad es un sentimiento interno, que
llevamos; es la conciencia la que nos dicta si hacemos bien o hacemos mal. Con
esos dos ejemplos, yo me pregunto hacia dónde me inclino. Quizá ya estoy un
poquito viejo y ya vivimos un rato, y quizá tuvimos un desliz por ahí, pero
nunca perdimos de vista lo esencial, ¿cuál es? Mi familia, mi casa.”, concluyó.
Al respecto, Añorve Zapata comentó que “en nuestro
país los matrimonios legales son los monógamos, pero, ante la vista de las
circunstancias, el punto de la fidelidad o de la poligamia tiene que ver con la
decisión de las personas involucradas; en consecuencia, debieran legalizarse
los matrimonios polígamos, porque lo más importante es la decisión de las
personas, tomada por consenso”.
En otra intervención, un médico expuso “Algo que he
visto, que es una constante. Ahorita que está uno medianamente joven tiene una
perspectiva diferente, pero, por ejemplo, a mi consultorio llegan personas de
sesenta, ochenta años, hombres, con enfermedades de la próstata, tapados, con
cáncer, desahuciados, y prácticamente llegan… en los hospitales ocurre… los
dejan y nadie va por ellos, y tuvieron muchos hijos, y se quieren deshacer de
esa persona. Entonces, la perspectiva cambia.
“Dices: ¿Qué
pasó? Cuando eres joven, pues, sí, hablábamos de las herencias, de los
apellidos, pero llega un momento cuando ya económicamente no eres fuerte o ya,
prácticamente, estás perdiendo esa fuerza social, esa fuerza económica, entonces,
lo dejan y dicen: Ahí, nada más póngale algo,
allí. Te lo dejan, en los hospitales los dejan. Y dices: Bueno, ¿dónde están los hijos, dónde está
todo eso que se trabajó? Y era lo que decía el maestro. Son diferentes
etapas, que viven los seres humanos. A veces se dispersa la educación sobre los
hijos. Cuando una persona llega a los noventa años es como un traste viejo, lo
vas a echar a la tejavana, a donde nadie lo vea”.
Y evaluó, además, este tipo de charlas públicas:
“Esto es muy importante, aunque a veces se sienta una situación tensa, un poco
incómoda porque es muy difícil cuando uno se ve al espejo, tanto de un aspecto
como del otro. Si tú te ves al espejo, es lo más incómodo, pero eso es lo que
vas transformando tú también. El hecho de que se vea a alguien como fiel o como
infiel, cuando te estás reflejando, dices: Órale.
Como que no es muy fácil, pues, estar ante el espejo. Agarrar, pararte,
desvestirte y decir: Éste soy yo. ¿Qué
onda, no?
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