lunes, 23 de junio de 2014

La poligamia o poliamor y la fidelidad, opciones válidas si son consensadas: Eduardo Añorve


15 de noviembre de 2011
CUAJINICUILAPA DE SANTAMARÍA, GRO.



La poligamia, o más correctamente, el poliamor y la fidelidad son conductas amorosas y modos de vida opuestos que se dan entre los criollos de Cuajinicuilapa y, más que ponderar a una por encima de la otra o juzgar a quienes las asumen, conviene tener presente que las dos opciones son válidas y legítimas si se fundan en el consenso entre quienes están involucrados en ese tipo de relaciones, expuso el estudioso Eduardo Añorve en la charla comunal titulada La poligamia y la fidelidad entre los criollos de Cuajinicuilapa, la noche del pasado lunes 14 de noviembre.

Ante una veintena de asistentes, entre hombres y mujeres, todos ellos adultos, Añorve Zapata comenzó recordando el motivo de esa charla: “Estamos aquí porque hace un año que se fue Andrés Manzano, no sé a dónde. Los que le hicieron una misa creen que se fue a un lugar; los que estamos haciendo esto creemos que se fue a otro lugar… Nosotros no somos dueños de ningún muerto; lo digo porque ahora está de moda homenajearlo. En realidad, este acto, que es un acto académico, está inspirado en la memoria de Andrés Manzano. Si pudiéramos preguntarle a Andrés dónde le gustaría estar, si en la iglesia oyendo misa o aquí, en esta charla, en la fonda La Florcita de Doña Mica, seguro que le gustaría estar oliendo esta florcita y no rezando”.

También respondió a la opinión manifestada por algunos ciudadanos de Cuajinicuilapa que tienen varias parejas en el sentido de que hablar de estos tema era ventilar asuntos privados en ámbitos públicos: “No vamos a hablar si a una persona le gusta arriba o le gusta abajo, sino que vamos a analizar hechos de todos conocidos, porque existen evidencias innegables de esas conductas, como la existencia de los hijos y de las mujeres, y ésas sí son cosas públicas, están a la vista de todos”.

“Desde el punto de vista social y cultural -dijo Añorve Zapata- tenemos que revisar estas conductas públicas porque inciden en la vida de la comunidad, tienen repercusiones en la ella. Es como vernos en el espejo, es ver cómo somos para entender cómo somos”.

De la poligamia, este estudioso dijo que tiene dos aspectos, la poliandria y la poliginia, referida a mujeres y a varones, aunque entre los criollos de Cuajinicuilapa esta práctica amorosa no está legalizada como matrimonio, como ocurre en algunos países, ni es impuesta, sino que se da por elección; en ese sentido, el término más correcto para designarla es poliamor, y en esta charla se utilizaría para referirse concretamente a la poliginia, dejando el tema de la poliandria para otra ocasión.

Además de ser una relación en el que las mujeres eligen involucrarse en ella, el poliamor critica y desafía el concepto patriarcal de la monogamia, el que está basado en la propiedad privada, toda vez que ellas asumen la posesión de su propia persona y a partir de esa decisión se involucran con un hombre que tiene otra pareja, con los riesgos que conlleva.

Luego de poner un ejemplo, explicó: “Yo pensé en por qué esta mujer, que es casada, se arriesga a que la golpee su marido, a armar un pleito en un pueblo en el que todo mundo sabe de esa relación, donde alguien puede terminar muerto, por qué se arriesga a que la arrastren, la balaceen, la maten, y me di cuenta que ella lo hacía por esa cosa que se llama amor, no por otra razón, porque él fuese rico y le diera dinero o protección, sino por amor.

“Entonces, me di cuenta que la teoría que explica que el hombre es el proveedor y que por eso puede tener muchas mujeres, porque puede mantenerlas, esa teoría es falsa, o no era acertada. Hay otros motivos que tienen que ver con la democratización de la sociedad: cuando las mujeres empiezan a tomar conciencia de lo que son y toman lo que llaman su destino en sus manos comienzan a hacer este tipo de elecciones”.

Expuso este estudioso de la cultura criolla que “la tercera en la relación aparece cuando las cosas funcionan mal, cuando existe algún problema en la pareja, y él opta por buscar a alguien fuera del matrimonio o de esa pareja para satisfacer alguna necesidad, como obtener placer, por ejemplo”.

Frecuentemente, entre los criollos de Cuajinicuilapa el varón acude al poliamor cuando su pareja no puede darle hijos varones o cuando ella se encuentra preñada, y en este último caso, la relación que parecía ser temporal adquiere rango de duradera, abundó.

Por otro lado, Añorve Zapata habló de la fidelidad, concepto en que se basa el matrimonio monógamo, y opinó que la fidelidad no es natural, a diferencia del deseo, el que anima al poliamor, sino que ésta es impuesta, y es una decisión errónea porque el deseo y el instinto de supervivencia de la especie son más fuertes: “Esposa, ¿es la que esposa?; querida, ¿es la que quiere, la que se quiere?”.

Y explicó: “Fidelidad tiene que ver con fe, implica adquirir un compromiso. El problema de la fidelidad es que es un concepto, y nosotros no sabemos cómo se puede cumplir un concepto. Es una obligación, la fidelidad, es un ideal difícil de concretar porque es tenue la línea donde comienza o termina una conducta fiel, sobre todo porque el deseo suele despertarse a partir de la vista, y todos vemos o podemos ver frecuentemente a quienes nos despierten el deseo”.

En respuesta a esta opinión, y dentro de la charla, un maestro, de entre los asistentes, expuso un par de casos en los que un hombre polígamo terminó solo al final de su vida, a pesar de haber procreado muchos hijos con varias mujeres; y sobre otro hombre que tuvo unos quince hijos con una mujer y todos ellos lo apreciaron y respetaron:

“Quizá alguien me diga: Yo tengo tres hijos allá, tres hijos allá y tres hijos allá, y soy feliz. Ah, yo creo que la felicidad es un sentimiento interno, que llevamos; es la conciencia la que nos dicta si hacemos bien o hacemos mal. Con esos dos ejemplos, yo me pregunto hacia dónde me inclino. Quizá ya estoy un poquito viejo y ya vivimos un rato, y quizá tuvimos un desliz por ahí, pero nunca perdimos de vista lo esencial, ¿cuál es? Mi familia, mi casa.”, concluyó.

Al respecto, Añorve Zapata comentó que “en nuestro país los matrimonios legales son los monógamos, pero, ante la vista de las circunstancias, el punto de la fidelidad o de la poligamia tiene que ver con la decisión de las personas involucradas; en consecuencia, debieran legalizarse los matrimonios polígamos, porque lo más importante es la decisión de las personas, tomada por consenso”.

En otra intervención, un médico expuso “Algo que he visto, que es una constante. Ahorita que está uno medianamente joven tiene una perspectiva diferente, pero, por ejemplo, a mi consultorio llegan personas de sesenta, ochenta años, hombres, con enfermedades de la próstata, tapados, con cáncer, desahuciados, y prácticamente llegan… en los hospitales ocurre… los dejan y nadie va por ellos, y tuvieron muchos hijos, y se quieren deshacer de esa persona. Entonces, la perspectiva cambia.

“Dices: ¿Qué pasó? Cuando eres joven, pues, sí, hablábamos de las herencias, de los apellidos, pero llega un momento cuando ya económicamente no eres fuerte o ya, prácticamente, estás perdiendo esa fuerza social, esa fuerza económica, entonces, lo dejan y dicen: Ahí, nada más póngale algo, allí. Te lo dejan, en los hospitales los dejan. Y dices: Bueno, ¿dónde están los hijos, dónde está todo eso que se trabajó? Y era lo que decía el maestro. Son diferentes etapas, que viven los seres humanos. A veces se dispersa la educación sobre los hijos. Cuando una persona llega a los noventa años es como un traste viejo, lo vas a echar a la tejavana, a donde nadie lo vea”.

Y evaluó, además, este tipo de charlas públicas: “Esto es muy importante, aunque a veces se sienta una situación tensa, un poco incómoda porque es muy difícil cuando uno se ve al espejo, tanto de un aspecto como del otro. Si tú te ves al espejo, es lo más incómodo, pero eso es lo que vas transformando tú también. El hecho de que se vea a alguien como fiel o como infiel, cuando te estás reflejando, dices: Órale. Como que no es muy fácil, pues, estar ante el espejo. Agarrar, pararte, desvestirte y decir: Éste soy yo. ¿Qué onda, no?

“Eso es lo que hace a este tipo de pláticas un poquito incómodas, pero a mí me parece interesante el ejercicio porque yo, que sepa, no se ha dado en otros lugares, que se hable tan francamente y… difícilmente… y que no es fácil hablar, porque sí se evade, sí se elude. Se trata de no enfrentarse, de no verse mal. ¿Por qué? Porque, como tú bien lo dices, la sociedad marca lo que debe de ser: las parejas fieles, las parejas que deben jurarse amor hasta que la muerte los separe. Pero eso es lo que otros quisieran que las demás gentes hicieran, y quienes dictan esas leyes nunca lo han hecho, porque saben que es imposible, ¿no?”.

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