miércoles, 26 de enero de 2011

ENTRE DIPUTADOS TE DISCRIMINEN


Para Áyax, que también es indígena,aunque del mixteco ni del amuzgo sepa que existen

Hace unos meses, el diputado Efraín Ramos Ramírez presentó ante el Congreso del Estado una propuesta para reconvenir a Felipe Calderón porque con la difusión del libro Viaje por la historia de México se cometía discriminación contra la memoria de Vicente Guerrero, y del propio estado de Guerrero, “…porque además de denigrar al general Vicente Guerrero como mulato, cuando en realidad era moreno…”, se le acusa “de golpista”, argumentó. “Moreno es el color de piel de los afrodescendientes –los de antes y los de ahora–, como los mulatos y los zambaigos, y todas las castas cali-descalificadas de infames por tener una gota de sangre africana o negra. Seguro que no todos ellos fueron morenos. Ni todos los mulatos fueron morenos, sí la mayoría. Mulato se nombró a quien descendía de africano y español. Moreno, y no prieto o negro, se utilizó para parecer políticamente correcto”, escribí entonces. En efecto, por ignorancia, el diputado Ramos Ramírez y el Congreso -porque la propuesta fue aprobada- actuaron erróneamente, en apariencia a favor de nosotros, sus representados, los guerrerenses, y en defensa del buen nombre y prestigio de don Vicente.

Pero esa perla de cinco cualilas no es única. Ahora, el 11 de enero de este onceavo año, el Congreso recibió una iniciativa para la aprobación de un “decreto por el que se crea la Procuraduría Social de la población afromestiza del estado de Guerrero”, suscrito por la diputada Hilda Ruth Lorenzo Hernández, según puede leerse en el sitio web del Congreso. Desafortunadamente no hay más información disponible en ese sitio para entender mejor en qué consiste esa propuesta, sobre todo porque algunos medios informativos dijeron algo distinto, sin embargo, esto lo abordaré más adelante. Las primeras preguntas que me surgen y que me gustaría ver respondidas por la diputada son: Cuando dice población afromestiza, ¿a qué o a quiénes se refiere? ¿Qué entiende por afromestizo y qué entiende por afro? ¿En qué parte de la ley o de los ordenamientos legales y similares del estado de Guerrero se contempla a la que ella llama población afromestiza? Como no sé ni cómo comunicarme ni incomunicarme con la diputada, pues su ficha está deshabilitada en ese sitio, intento entender este asunto desde lo que se conoce, es decir, especulo con el espejo de la imaginación para ver si consigo arribar a algún tipo de conocimiento especulativo. Ojalá y Ruth también lea y sepa entender.

En principio, el término “afromestizos” es discriminatorio porque no tiene asidero legal ni tiene objeto concreto sino abstracto y depende de lo que se entienda como “mestizo”, aunque pueda discutirse también lo que significa “africano”; a diferencia del término “afromexicanos”, que sí hace referencia a un territorio, a una serie de leyes y normas, a un legado histórico y cultural, con todo lo cuestionable que pueda ser. Creo que este asunto sobre nosotros, los de la Costa Chica y de ascendencia africana, debe observarse desde dos puntos: el legal y el histórico-cultural. En cuanto al primero, dentro del marco legal mexicano se puede argumentar que los afrodescendientes no están siendo ni son marginados ni excluidos. Y expongo por qué: el artículo segundo de la Constitución mexicana establece que “La nación tiene una composición pluricultural sustentada originalmente en sus pueblos indígenas que son aquellos que descienden de poblaciones que habitaban en el territorio actual del país al iniciarse la colonización y que conservan sus propias instituciones sociales, económicas, culturales y políticas, o parte de ellas”. Según esta definición, Cuajinicuilapa, por ejemplo [y tomo éste por ser el pueblo desde donde escribo], es un pueblo indígena porque sus habitantes, aunque nos digamos y reclamemos negros o morenos o afromexicanos, descendemos también de poblaciones [mixtecos, amuzgos y otras etnias desaparecidas como tales] que habitaban en este territorio cuando comenzó la colonización, porque el proceso de mestizaje entre los indígenas prehispánicos que vivían en estos territorios y los esclavos africanos que fueron traídos por los españoles conquistadores se dio desde entonces y sigue dándose entre ambos; es decir: el mestizaje ha sido y es y será permanente. Respecto a las instituciones sociales, económicas, culturales y políticas que, por economía, llamaremos fundantes, a través de estudios etnográficos, como Cuijla. Esbozo de un pueblo negro, se pueden encontrar parte de ellas. Es decir, se cumplen los requisitos establecidos por la Constitución para ser considerados dentro y, como siempre se pretende con iniciativas como la presentada por la diputada indígena Lorenzo Hernández, se puede o se debe acceder a los recursos de los programas federales, estatales y municipales que se destinan a estos pueblos. Claro, hay que saber argumentar, y por lo que se puede ver, estos diputados no tienen idea de cómo mastica la iguana ni de cómo tuerce la prieta y pelona puerca el puerco rabo. Por ello, proponer la creación de una procuraduría social para los afromestizos huele más a buscarle chamba y acomodo a algunos parientes y amigos que a procurar justicia social a estos grupos supuestamente desprotegidos. Eso parece, claro, y esta apariencia como buena apariencia durará hasta que conozcamos bien a bien en qué consiste esa iniciativa propuesta, en sus menudas letras. Ojalá y esté equivocado y me desmientan.

El otro punto desde donde debe verse el asunto es el de la conciencia, según la Constitución, que señala, en ese mismo artículo: “La conciencia de su identidad indígena deberá ser criterio fundamental para determinar a quienes se aplican las disposiciones sobre pueblos indígenas”. Asumirse indígena, pide la Constitución a los presuntos beneficiarios de esas políticas públicas. Difícil, complicado, casi imposible que entre nuestros pueblos [de la Costa Chica, tanto de Guerrero como de Oaxaca, acoto] exista esa conciencia sobre todo porque las mismas instituciones del estado mexicano y los gobiernos, a lo largo de la historia reciente, los últimos 500 años, han promovido y promueven prácticas discriminatorias contra los indígenas, al grado tal que, socialmente, uno quiere ser todo menos indio, porque sobre este término [hermano del término indígena] pesa una serie de estereotipos, parecidos a los que también han pesado y pesan sobre los afrodescendientes o negros o morenos o mulatos o como quiera llamárseles: son tontos, son violentos, apestan, no saben hablar, son hipócritas, son borrachos, no saben trabajar, son nacos, no saben vestirse, no saben gobernarse… ¡¡¡Pufff!!! Prejuicios y más prejuicios, y súmales los que más te agraden, lector apasionado, que denigrar a negros e indios ha sido un buen deporte.

En contrario, asumirse indígena también puede resultar muy fácil, como hacen muchos grupos que buscan beneficios y no tienen empacho en llamarse indígenas o negros o lo que sea con tal de acceder a recursos económicos, sobre todo si no tienen devolución. Lo que no significa que todos lo hagan, sobre todo cuando están organizados y obedecen a los intereses comunes, de las comunidades. Ejemplos incuestionables de esto último, y que debieran ser modelo para otras organizaciones, ciudadanos y autoridades, son la policía comunitaria y la Coordinadora Regional de Autoridades Comunitarias. Para el caso de la identidad afromexicana, asumirse como tal ha sido complicado porque hasta hace menos de cincuenta años poco se conocía y decía del tema. Ahora, incluso puede observarse un activismo constante, como ocurre en el estado de Oaxaca, donde los pro-negrismo están muy avanzados en sus reivindicaciones, aunque todavía no hayan podido involucrar a las comunidades o a la gente, el común, en estas luchas. De igual modo, en estas luchas por asumirse negro o afromestizo o afromexicano también hay oportunistas que aprovechan esos membretes y para los cuales asumirse como tales sólo es asunto de pragmatismo: ¿A quién le dan pan que llore?, preguntan y se responden los optimistas beneficiados. Porque no puede ignorarse que estas cuestiones se han utilizado aprovechando esa bonita institución llamada corrupción e implantada, al parecer, por los conquistadores españoles hace siglos y la que asumimos, sus descendientes, es decir, todos, con más enjundia que estas luchas.

Abordo ahora, lo escrito en un par de medios de comunicación sobre la tal iniciativa, a cargo de la ya mencionada diputada: “Con esa propuesta se pretende la creación de un área que brinde protección y atención a las personas de esa condición racial ubicadas en la región Costa Chica y quienes se quejan sistemáticamente de violaciones a sus derechos.
Será un órgano administrativo desconcentrado por territorio, con autonomía técnica, jerárquica y subordinado por el titular del poder Ejecutivo con el objeto de contribuir a un desarrollo equitativo de las minorías y grupos vulnerables de la entidad.
Dijo que en muchas ocasiones las políticas oficialistas de ‘extraviado alcance’ no han puesto la atención en la población afromestiza porque no puede hablarse, sobre todo, en el estado de Guerrero de una raza negra ‘pura’ o verdaderamente africana, en el más estricto sentido biológico o natural de la palabra.
Negando su existencia, incluso, como grupo diferenciado, además de que su tratamiento por separado sería denigrante y se retornaría al sistema discriminatorio que ‘hoy tanto se combate’.
Comentó que como evidencia de esa situación en el municipio de Cuajinicuilapa, región Costa Grande (sic) existe un pueblo llamado San Nicolás, que es emblemático en la población negra. Una playa llamada Costa de Oro y un cerro denominado ‘Bantú’ ubicado en el mismo municipio.
Expuso que los nativos afromexicanos son constantemente discriminados por su condición racial cuando pertenecen a la misma entidad por lo cual consideró conveniente crear ese organismo que les brinde atención y ayuda de manera directa”. Si lo boletinado por la Agencia IRZA, de donde tomé la cita anterior, fue dicho por la diputada, tendremos que estar de acuerdo en que son puras burradas: no existe ninguna playa en Cuajinicuilapa que se llame Costa de Oro (tan siquiera hubiera dicho de Marfil, pa no desentonar tan feo) ni cerro Bantú (a la mejor iban a escribir Sambú). Y la ignorancia mostrada en el tema es tal que ni siquiera tiene caso entrar a discutir ese pedo de las razas puras, como si habláramos de ganado. En fin, diputada es.

Y al final, de todos modos estas etiquetas conllevan a una práctica falaz y nociva para la organización de nuestros pueblos, los de la Costa Chica: nos dividen, como si en los hechos pudieran separarse Azoyú y Huehuetán, por ejemplo, siendo que ambos existen personas, familias que comparten mucho, que tienen sus orígenes en ambos pueblos. Y a los grupos de poder eso les conviene, que los modos de organización, que las formas organizativas estén controladas para mejor controlarnos. Pensemos en el corporativismo social, que antes era una práctica reservada para los priístas; sin embargo, en estos tiempos de supuesta alternancia hemos visto que también los perredistas y los panistas han retomado esa práctica. En fin, son procesos que tienen que vivir las comunidades, que tienen que experimentar los pueblos, que tienen que pasar los ciudadanos antes de llegar a ser conscientes, porque el crecimiento de la conciencia debe enfrentarse incluso a malos gobernantes, como estos diputados que de la “o” no le conocen ni lo profundo ni le han escudriñado lo redondo.

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