LA ESQUINA DE XIPE
Es descabellado apoyar a Rafael Navarrete Quezada sólo porque es costeño. Si ésta fuera una razón válida, apoyaría a Gabriel López Ramos, quien también es costeño. Además, es indígena y dice luchar por sus gentes y hasta por gentes históricamente “opuestos” a su gente, los afromexicanos. Al igual que Mario Moreno Arcos, él ya sabe de qué lado masca la iguana anaranjada. ¡Shale! Como que andan choteando a la iguana los naranjos.
En su muro, Gabriel escribió (Se transcribe tal cual, así que las impertinencias y groserías léxicas y ortogramáticas sólo son atribuibles a este Maestro en curso, por el mundialmente desconocido Colegio Español del Sureste S. C. ¡Shale, un indígena tlacoachistlahuaco estudiando en un colegio español! ¡Qué de cosas se han de ver!): «No permitamos que nos sigan viendo la cara. No mas fuereños en la costa chica, que solo aparecen en tiempos de campaña. No permitamos que sigan los mismos de siempre. No mas imposiciones y acuerdos oscuros a espaldas del pueblo. Sufragio efectivo, no reeleccion. Hoy les pido caminar juntos hacia una nueva opcion, nuevo proyecto. Costa chica merece una representacion digna y propia, por ello les pido su voto de confianza y lograr representarte en la camara de Diputados del congreso de la union. Vamos juntos a rescatar costa chica». En eso, se parece con “Rafa”: son antifuereños. Xenofóbicos. O sea: sienten ñáñaras cuando ven a algún frastero porque se les figura que les va a arrebatar lo que creen que es suyo. ¿Es suya la Costa Chica? De chanza y chanza, pa’ reírse. Que se sepa, la mujer de “Rafa” no es costeña, sino frastera, guajaqueña, de Guajaca de Farez. ¿Hay que repudiarla por eso? ¿O es antifuereño nomás cuando le conviene? ¡Ah, que estos xenófobos de pacotilla! También le tira el Gabriel sus directas al “Rafa”:«No permitamos que sigan los mismos de siempre». Es la grilla, y parece divertida, excepto cuando concita el odio.
Hagamos un ejercicio: Pensemos que esa diatriba contra los fuereños y otras similares que enjuagan y conjugan ahora “Rafa” y su equipo van dirigidas al candidato por el PRI a la presidencia de Ometepec Mario Navarrete Gutiérrez, antes del 2 de diciembre de 1989. Más allá de que “ganó” esa contienda por decisión y con el apoyo del gobernador Ruiz Massieu y del coordinador regional del PRI Ángel Aguirre Rivero, para impedir el triunfo de Eloy Cisneros, del PRD, quien encabezara un plantón en las oficinas del Ayuntamiento, el que fue reprimido con el sangriento y sanguinario saldo de un muerto y un desaparecido (Román y Andrés Zacapala, respectivamente) y muchos golpeados y encarcelados, el 6 de marzo de 1990; más allá… es más… antes de su triunfo, si se hubiese aplicado el criterio de ¡A la chingada, los frasteros!, “don” Garrobo… perdón, “don” Mario no debió ser candidato a gobernar ese municipio porque no era de allí, sino un fuereño. Pero, no sólo gobernó una vez en ese municipio, sino dos veces, y fue diputado local. Por el Robolucionario Inst, pues. Y no era del municipio, ni del distrito. Era un fuereño, oriundo de San Marcos, aunque terminó siendo dueño de Ometepec. Paradojas tal que las de las telenovelas de TeleRisa: El negro pobre, aunque corrupto, se casa con la blanquita rica, presuntamente aristócrata. Pase de casta, ascenso y blanqueamiento social peneano (el falo, símbolo del poder masculino en esta sociedad clasista y patriarcal). Pero, lo que le sobró al papá, lo carece el hijo: carácter. Aquel, macho pendenciero y bravucón; éste, pusilánime y blandito, suavecito. Sin carácter, pues. Una ternurita.
El Navarrete joven sigue los pasos del Navarrete viejo: a por los privilegios. Así ha vivido su vida, entre privilegios. ¡Felicidades “Rafa”! Seguro que te los mereces. Pero éste no es un asunto personal, sino un asunto público. Por ello discuto aquí si el criterio del origen, el tal “ser costeño”, es suficiente para hacer una buena elección. Desde ya, respondo que no, que a nosotros, los costeños, nos han chingado, y bien, otros costeños (pregúntenlen [sic] al Ángel Perverso de la Costa Chica, el tal Layo), porque éste no es un asunto de oriundez, sino de justicia. Formamos parte de un sistema injusto, en el que los poderosos abusan y explotan de los pobres. Allí está toda la historia reciente, particularmente la del PRI, cuyos gobernantes han saqueado por décadas el país, el estado y los municipios, y, porsupuestamente, la Costa Chica. Pongamos por caso a Shade, una “amuzga” que ha sometido, somete y someterá a sus paisanos “amuzgos”, en beneficio de sus privilegios y de los de su familia y su grupo. Es decir, no basta con nacer en un lugar o una región para ser un buen gobernante de la misma. Ni es condición establecida en las leyes.
Pero el riesgo que veo en estas circunstancias xenófobas es mayor: Se estimula y se propaga el odio contra “los diferentes”, los “fuereños”, con perversos fines políticos, los de quienes pretenden ganar esta elección para seguir ganando, para mantener y acrecentar sus privilegios, en contra de la población a la que se dice beneficiar. Dicen Edgar Samuel Morales Sales y Guadalupe Isabel Carrillo Torea que: «La xenofobia deriva fundamentalmente del miedo que se experimenta ante los “extraños”, frente a los “ajenos”; del temor no sólo por su presencia física, sino de que puedan intervenir en la vida del grupo y sean capaces de alterarla, ya de manera voluntaria o sin que medie intención determinada. Las conductas que provoca van desde el odio o la repugnancia hacia quienes se considera diferentes al “nosotros”, hasta la intolerancia y la hostilidad contra los que no forman parte del grupo».
Odio, repugnancia, intolerancia, hostilidad, aseguran estos estudiosos. Y estas emociones han sido estimuladas en este sexenio por los opositores. Por ello, este discurso xenófobo costeño no es extraño en Gabriel y en “Rafa” y en “comunicadores”, “periodistas” y “activistas” que se asumen como “costeños”… tendenciosamente. Pienso, ahora, en quienes tienen familiares y amigos en Estados Unidos, donde los trabajadores mexicanos son vistos como fuereños, como quienes les “roban” los empleos y las oportunidades a los estadounidenses, a quienes los tildan de grasientos, de flojos, de irresponsables, de violentos, de sucios, de ladrones, de drogadictos, de narcos, excepto, claro, que sean sumisos y obedientes a la voz de sus patrones blancos. Sin embargo, esa fuerza de trabajo fuereña produce riqueza, y esa no la desdeñan los patrones, sino que la explotan.
En todo esto, tenemos que aprender, maestro Gonzalo Gallardo, a discernir entre lo circunstancial y lo esencial, entre lo accesorio y lo necesario, y respondo a tu cuestionamiento («Por alusiones personales, llamemos a las cosas por su nombre, si tu interés es apoyar a Marco de la Mora, pues solo dilo, sin tanto alboroto…»): Sí, apoyo a Marco de la Mora, porque él es parte del proyecto de la Cuarta Transformación, del proyecto del presidente Andrés Manuel López Obrador, de la candidata Claudia Sheinbaum, a quien también apoyo; porque ese apoyo significa que estoy de acuerdo con que las políticas sociales, económicas, laborales, educativas, diplomáticas, etc., de este gobierno sigan otros seis años más, y que esta transformación radical de la vida política en México continúe; porque, al final, es un apoyo a los más pobres, es un intento de resarcir con justicia el saqueo, el empobrecimiento, la corrupción, las injusticias a que nos sometieron por décadas los gobiernos emanados del PRI y el PAN y el PRD, en sus respectivas oportunidades. De cumplir aquello de: Todos los derechos para todos.
Es decir, es circunstancial si el candidato es Marco de la Mora u otra persona; es esencial que se trate de la Cuarta Transformación; y, es accesorio que sea esa persona precisamente, porque podrías ser tú o “Rafa” o Gabriel, si formaran parte de ese proyecto, el de la Cuarta T, pero no son parte, sino que son enemigos de ese proyecto, y está bien que lo sean, es su derecho; por ello, apoyar a la coalición Sigamos Haciendo Historia es necesario para que la transformación del país continue. En consecuencia, apoyar a Marco de la Mora, apoyar a Claudia Sheinbaum es necesario, porque es apoyar a que este país tenga la oportunidad de seguir siendo un mejor sitio para vivir, porque tengamos una vida más digna cada vez.
Y el alboroto no lo comencé yo, porque a mí no me interesan los reflectores de la fama pública, ni tengo pretensiones de ser electo o ser líder, sino de reflexionar, de opinar, de protestar ante lo que creo injusto, como esta funesta campaña contra los “fuereños”; estoy en contra, pues, de tamaña xenofobia, de concitar el odio, la repugnancia, la intolerancia y la hostilidad contra ellos por mero cálculo político. Claro que esta campaña xenófoba está fundada en la percepción que tienen los de la oposición de que la Cuarta T ganará las elecciones en el Distrito 8: ya ven a Marco de la Mora como diputado federal; de allí, los furibundos y xenófobos ataques y la ridícula descalificación de “usurpador”. Ése es un asunto de la Coalición Sigamos Haciendo Historia, a quién le otorgó la candidatura, y será responsabilidad de los ciudadanos que vayan a las urnas decidir a quién le otorgan la representación de los “costeños” (que ahora se engloba en términos como “afromexicanos”, “indígenas” y “mestizos”) del Distrito Octavo. Mientras, no sólo debemos tener en claro que tenemos que optar entre dos proyectos de gobierno: el de los que no se quieren ir y en el pasado se beneficiaron, a costa de empobrecer a la mayoría, y el de quienes están reconstruyendo, desde 2018, lo destruido por aquellos malos gobiernos, y que han demostrado que sus políticas sociales benefician y deben seguir beneficiando a la mayoría, para salir de la pobreza, del atraso, de la injusticia, de la violencia, de la corrupción; no sólo, pues, elegir entre ambos, sino, además, debemos desterrar de entre nosotros la xenofobia, el odio, la repugnancia, la intolerancia, la hostilidad.
Bien dice el artículo 4 del Convenio 169 de la OIT (que tiene rango constitucional en México): «El goce sin discriminación de los derechos generales de ciudadanía no deberá sufrir menoscabo alguno como consecuencia de tales medidas especiales». Es decir, los pueblos indígenas y afromexicanos de la Costa Chica tienen derechos humanos específicos, pero ello no debe propiciar que sean nulos los derechos de las personas que no lo sean, es decir, que no se auto reconozcan como tales, porque, ya lo sabemos, aunque mucho se pregone que somos un Distrito de afromexicanos, se torció la interpretación que el propio INE había establecido para su integración, porque no se cumplía con el requisito demográfico, y se tuvo que recurrir a la artimaña de sumar a municipios que se consideran indígenas y a las poblaciones mestizas para cumplirlo.
Por la Cuarta Transformación, digo, porque esa pulsión política también haga justicia y combata, hasta erradicar, la insana e infame xenofobia, no sólo en la Costa Chica, sino en todo el país. Nada descabellado, ¿no?