sábado, 23 de octubre de 2010

ISMAEL AÑORVE, MAESTRO TROBADOR DE CUAJINICUILAPA


Thomas Stanford

En 1962 volví a la Costa Chica, seis años después de mi primera incursión en Oaxaca, para recorrer la parte guerrerense. En 1956-1957 había investigado en la parte oaxaqueña, y vuelto ahí en 1961 para completar notas cuando preparaba mi artículo Datos sobre la música y danzas de Jamiltepec, Oaxaca[1]; y ahora me tocaba indagar respecto a la música de la parte guerrerense. En febrero llegué a Cuajinicuilapa, recorriendo la región en mi Chevrolet 1947 (con carrocería bien alta), y desde Ometepec me habían referido con "un rico ganadero" para mi estancia en ese pueblo -éste era Ismael Añorve-. Desde luego me quedé contento cuando supe que era músico, ¡pero poco me imaginaba de qué clase! Me hospedé en su casa, misma que no tenía pretensiones especiales. Don Ismael vivía solo, y no supe ni de familiares, esposa ni amante. Era ganadero, pero no vi que se fuera a inspeccionar su ganado: parecía que todo lo administraba desde su casa mediante mozos que le llegaban a reportar con cierta frecuencia.

Me platicó que pasaba la mayor parte del año en su casa -por lo que observé, entre su hamaca, con guitarra en mano, y la mesa con tapa esmaltada (con lema de alguna cervecería) donde había un juego permanente de dominó-. En algunas de las grabaciones que capté con él se escucha el sonido de las fichas cuando sus compañeros de juego las azotaban sobre la tapa esmaltada, ya que el juego no se paraba cuando Ismael pasaba a su hamaca. Me decía que cuando se aburría de la rutina ahí en su finca, se pasaba a la ciudad de México, para allí repasar todos los teatros de revista; y que, cuando ya no quedaba más por ver, se volvía a su hamaca y la mesa del dominó en la Costa. Estuve más de una semana con él, cada día grabando algo de su repertorio. No encontré a otros informantes en el pueblo, creo, en parte, porque él no quería que yo me mezclara con los lugareños por preocupaciones respecto a mi seguridad.

Hay que reflexionar que yo estaba hospedado en la casa de un cacique -y yo no tengo noticias respecto a las relaciones que él guardaba con sus vecinos-. Mostró preocupaciones por mi seguridad, como las siguientes anécdotas revelarán. Era mi primera noche en el pueblo, y se oscurecía afuera en la calle frente a su casa. Me decía, en el momento que pasaba por la puerta una chamaquita:

-No se vaya a salir de la puerta de esta casa después de que anochezca-.

Y se apuntó hacia la niña que llegaba (creo que para comprar unas cerillas, si me acuerdo bien).

-Ella no tiene que preocuparse. Ella tiene su "seguro de vida" con sus parientes en casa. ¡Pero usted no tiene a nadie! ¡No vaya usted a salir de la puerta de esta casa cuando esté oscuro afuera!

Desde luego se refería a que los parientes de la chamaquita responderían por ella en caso de algún problema.

Segunda anécdota

Al terminar mi investigación en Cuajinicuilapa había pensado en pasarme a un pueblo frente a este hacia la costa: Tapaextla [sic], en donde se me habían indicado que vivía un arpero. Don Ismael me proporcionó a uno de sus mozos para indicarme el camino. Llegado al pueblo, encontré en donde hospedarme; y el mozo volvió a pie a "Cuaji". Pero mientras que estuve trabajando en Tapaextla, sin que yo lo supiera hubo un encontrón entre dos gavillas en la cuadrilla de San Nicolás de Tolentino, con un saldo de muchos muertos. Habiendo terminado mis investigaciones en Tapaextla, tomé el camino de vuelta hacia Cuaji, y me topé a medio camino con el mismo mozo que me había llevado al pueblo. Éste me hizo parada, y le subí al coche mientras me explicaba lo sucedido en San Nicolás. Me indicó que don Ismael le había mandado a buscarme para asegurar que nada me hubiera pasado. De vuelta en Cuaji, todo mundo andaba armado, por lo menos con machete. Había armas que posiblemente fechaban de la Colonia: escopetas de pedernal, etcétera. Abandoné el pueblo enseguida: ¿Patitas para cuándo son?

Los "peligros" de la Costa

Como decía, don Ismael se preocupaba por mi seguridad en la región; y, en vista de lo que había sucedido, tenía causa. Un comerciante ambulante que tenía muchos años vendiendo por la Costa Chica desde antes de que hubiera transporte vehicular, me platicó que nunca había encontrado a gente mala en la Costa. Decía que el único peligro de que se percataba, andando la región durante muchos años, había sido de encontrarse de por medio cuando los costeños ventilaran sus problemas particulares. Pero yo he andado en la Costa Chica durante un total de más de seis meses sin encontrarme en una situación peligrosa. Pero el último pueblo que trabajé en la Costa en 1962 fue Cruz Grande; y a unas dos semanas de haberme vuelto a la capital, apareció en la prensa local una nota respecto a una balacera en Cruz Grande, con saldo de varios muertos (siete, creo). Había sabido de un pleito entre dos familias allí, mismo que partió del rapto de una señorita de una de las familias por un joven de la otra - ¡y esto desde antes de la Revolución!- Reconocí el apellido de una de las familias en la nota, y pude darme cuenta que aparentemente algunos de los muertos no eran miembros de las familias en pugna.

También, unos meses más tarde -en octubre de 1962-, bajé de Jamiltepec, Oaxaca, con la intención de dirigirme a La Boquilla del río Verde, como se conoce una cuadrilla hacia la costa. Conseguí el préstamo de un caballo para la mayor parte del camino; y su dueño me acompañó para enseñarme el camino. Me dejó casualmente a la altura de un charco, donde hay una ranchería llamada, precisamente, El Charco. Con mi bolsa de lona sobre un hombro, y una grabadora sobre el otro, me arrancaba rumbo a La Boquilla cuando un lugareño me acosó con la pregunta:

-¿Hacia dónde se dirige usted?.

Le respondí: -Hacia La boquilla-. A esto me advirtió:

-¡No me iría ahí ahorita! ¡Amaneció una balacera!

Como consecuencia de esta aseveración, no llegué a ese destino. Me quedé a grabar con los Nolasco en El Charco, y también pude hacer lo mismo con un famoso coplero en Piedra Ancha, una ranchería vecina: Juan Bracamontes, cuyas noticias había tenido en Tapaextla, Guerrero. Después de Cuaji, me pasé a Huehuetán, y luego a Cruz Grande para terminar esa temporada de grabaciones en el mes de abril.

El repertorio de Ismael

El repertorio de Ismael es bastante singular. Ismael Hernández, a quien conocí en Xochis- tlahuaca en 1963, estando él en el empleo de Recursos Hidráulicos del gobierno federal, y pude grabar con él un variado repertorio de chilenas y corridos, e incluso el Corrido de Adán y Eva. Éste me dijo que había aprendido el corrido con Ismael Añorve, y que este último había rescatado la letra de una hoja suelta y que la acomodó a una melodía que ya era de su repertorio. Así, después de haber realizado todas mis grabaciones con Ismael Añorve, llegó a mi conocimiento que por lo menos una parte de su repertorio ha de haber derivado de hojas sueltas de principios del siglo XX. Parecería que esto explicaría la naturaleza del repertorio que consideramos. No explicó, sin embargo, de dónde procedería su estilo guitarrístico, mismo que conforma bastante bien a lo que creo entender del estilo musical de principios de ese siglo, porque, a fin de cuentas, nadie conoce de primera mano el estilo vernáculo de tocar la guitarra de aquel entonces.

Me parece que su fuerte de Ismael es el corrido, aunque con algunas reservas. La primera es con respecto a sus tempí. Los músicos menos eruditos del repertorio, desde el estado de Morelos hasta la Costa Chica, por lo general adoptan un tiempo flexible, empezando algo lento -bastante lento, si se trata de lo que podría caracterizarse de "tragedia"-, tiempo que va en aumento, especialmente hacia el clímax de la trama, con un rítardando hacia la cadencia final. Ismael adopta un tiempo constante. El tiempo flexible posiblemente tiene antecedentes en la música prehispánica, y en la actualidad uno encuentra este rasgo hasta en la organización de las fiestas jarochas, huastecas, de la región del Río Verde potosina, y yucatecas, entre otras. Los macehualíztl -Ias fiestas multitudinosas de los aztecas de tiempos anteriores a la conquista- se describen en estos términos en las crónicas del siglo XVI. Creo que, a pesar de ser campesino (aún cuando cacique), Ismael debe considerarse erudito.

Otro elemento que llama la atención en todo su repertorio es la forma de amalgamar el requinteo con la función de acompañamiento. Este rasgo es raro entre los guitarristas mexicanos -no me acuerdo de haberlo encontrado por otro lado-. En esto, la técnica de Ismael en su guitarra es muy respetable. También es de comentarse la afinación y encordadura de la guitarra: Quisiera poder ser más explícito a este respecto, pero tengo que admitir que, en la época en que trabajé con él, no tenía la sofisticación necesaria para tomar en cuenta este elemento. La encordadura, sin embargo, es especial, y la afinación de la guitarra más grave que lo normal. Qué tan grave apreciaremos mejor en la canción habanera que escucharemos en un momento. Debe hacerse notar respecto a su hermosa voz de barítono, misma que fue comprometida en algunas de mis grabaciones por los resabios de un catarro. Confirma todo lo dicho anteriormente el hecho que era objeto de visita en su casa en Cuajinicuilapa de los hermanos Ramírez -Agustín, Indalecio y Vidal-, por igual que de Álvaro Carrillo. (Este dato lo tengo de sus familiares.). Es extraño que, con la fama que disfrutaba entre músicos tan connotados, no haya dejado ninguna obra musical como memoria para la posterioridad.

Algunas de mis grabaciones con Ismael

Juan Rodríguez Chanito fue jefe de armas del pueblo de San Nicolás, con el apoyo del gobierno federal y estatal en un periodo que no se indica en el texto del corrido. Es un tanto fuera de lo común, este corrido, en cuanto que éste no fue contrario del gobierno constituido, y acaso esto sea indicio de que se tratara de un héroe post revolucionario. No dispongo de datos respecto a este valiente más allá de los que aporta la letra del presente corrido. El acompañamiento de los versos, aquí, va en las consabidas "chúntatas", de las cuales se conserva presencia hasta en las entradas e intermedios instrumentales con un pulso marcado. Estos son un rasgo francés de la primera mitad del siglo XIX, e ignoro cómo es que llegó a ser un elemento asociado con el corrido moderno, al igual que con el acompañamiento que, propiamente, sería "el corrido". No están presentes los giros ascendiente y luego descen- diente, tan comunes entre los demás corridistas de la Costa -un rasgo conservado de las jácaras del siglo XVI-.

Es curioso que Ismael empleara aquí la misma entrada que escuchamos en el Corrido de Juan Rodríguez Chanito, pero existe en realidad un repertorio de tales entradas que no son especí- ficas de ninguna canción ni de corrido en particular. Su fuerte de don Ismael no es la chilena, pero me grabó ésta, y parte de otra. Como es el caso en general con la chilena, hay un deleite por los dobles sentidos de ribetes sexuales, pero que parece particularmente marcado con él. En esta canción, en ritmo de pasodoble, el enamorado pide a un portero que lleve un mensaje de amor a la señorita objeto de su afecto. Y, aparentemente al protestar el portero que por qué a él le correspondería el hacerlo, responde:

Pero, mi amigo,

yo mucho la quiero,

por ella me muero,

no más por su amor.

He grabado acaso tan sólo unas seis canciones habaneras durante 50 años recorriendo la República, y ésta es un ejemplo señalado. Como es su costumbre, Ismael mantiene el acompañamiento con el ritmo característico del género implacablemente, aún cuando requintea -lo que me parece una verdadera hazaña técnica-. El compás lo ejecuta con la flexibilidad debida -cosa que otros intérpretes de este repertorio no entienden-. En el requisito 2x4, prolonga el primer tiempo, y acorta el segundo, en un genuino tiempo rubato, a la manera de repertorios del Alto Romanticismo. Hay en el ejemplo una corta sección de tres compases de 3x4; secciones en compases diversos son características entre los ejemplos del género registrados en el siglo XIX[2].

El arte de Ismael Añorve

En fin, creo que queda en claro la maestría de Ismael Añorve, una maestría que parecería casi académica. ¿Quién sabe de dónde derivan estos conocimientos: si los investigó formalmente, si conoció a otros maestros de parecidos dotes, si adquirió el estilo de músicos de generaciones de principios del siglo pasado -y si estos fueron provenientes de la Capital, o del mismo rumbo de la Costa Chica-? No pido disculpas por los ruidos extraños en las grabaciones: no hubiera logrado éstas de haber insistido en buscar un lugar más "ascéptico", acústicamente, para obtenerlas. Me parece que este maestro es de los más pulidos y originales con los cuales me he topado en todos mis años de investigación.



1. Otra vez en compás de 3x4, pero aquí es menos marcado. Es un hermoso ejemplo de canción en esdrújula del tipo tan popular hacia principios del siglo XX. La esdrújula es rebuscada, como suele ser el caso en estas cancio- nes, hasta valiéndole del invento de palabras tales como "ignavido", que seguramente deriva de "ignavia", pereza.

[2]. Véanse, por ejemplo, las ediciones facsimilares de La Historia Cantante (1878-1879) y de La Historia Danzante (1873-1874) publicadas en 1961 y 1960, respectivamente.

En memoria de Ismael Añorve